
En las últimas fechas ha crecido de manera drástica la cantidad de adultos mayores que piden limosna en sitios públicos, en especial a las afueras de centros comerciales y en el área de comidas del mercado municipal.
Ciudadanos de Tizimíncomentaron que la gran mayoría, al parecer, son personas enviadas a pedir caridad por sus propios familiares, quienes los utilizan como pretexto para obtener dinero fácil.
Otros de estos indigentes son gente que tiene cierta discapacidad, de la cual se aprovechan porque han buscado en esta práctica un modo fácil de sobrevivir, o abuelitosolvidados por sus propios hijos y otros seres queridos.
Ciudadanos que acostumbran acudir a dichos lugares, como Edgar Moo, María Xuluc y Miguel Tun, entre otros indican que ante la falta de empleo por su edad o por la discapacidad que padecen, estas personas se ven en la necesidad de recurrir a las limosnas, puesto que algunos viven solos, no tienen familiares y si no lo hacen no podrían subsistir.
Asimismo, consideraron que también existen aquellos que son obligados o inducidos por sus familiares para que asistan a los mencionados sitios, y pidiendo caridad colaboren con la economía del hogar, llegando incluso a depender totalmente de ellos, porque un caridadero, como se les conoce en esta ciudad, en una jornada de mendicidad obtienen un promedio de 200 pesos, cantidad que a veces se eleva hasta 500 dependiendo de la movilidad de la gente.
Antonia Chuc y Gloria Mendoza, vecinas de esta ciudad, señalaron que es injusto que los envíen a realizar esta labor, pues no se toma en cuenta que estos abuelitosponen en riesgo su salud, por lo que no deberían estar en las calles, mucho menos si cuentan con la pensión para adultos mayores.

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Dos personas que se dedican a la mendicidad, identificadas con las iniciales G.P.C y A.M.A., desde muy temprano acuden a distintos lugares con la esperanza de que la gente les obsequie algunas monedas para subsistir, y coincidieron en que es muy triste que, teniendo hambre, observan a las personas comprando comida y consumiéndola frente a ellos, gente que incluso las miran con desprecio.
Vecinas como Manuela Cocom y Victoria Yam expusieron que resulta injusto que hayan quedado en el olvido o se aprovechen de ellos después de haber crecido, formado y guiado a sus hijos para que puedan ser algo en la vida.
Asimismo, Joaquín Chan y Efraín Fernández coincidieron en que la misma sociedad se olvida de ellos, sin apoyarlos con unas monedas o alimentos, ignorando que con su trabajo y experiencia ayudaron a que hoy tengamos muchas cosas.
Mientras tanto, la situación avanza aún más, sin que las autoridades puedan tomar cartas en el asuntopara tratar de atender este problema y ofrecerle una posible solución, y así brindar a los adultos mayores de la ciudad lo que se merecen luego de toda una vida de trabajo y dedicación a la familia.