
Óscar Carrillo Maldonado, administrador del Aeropuerto Internacional de Mérida, advierte que el impacto de aves con los motores de los aviones no es un riesgo menor. “En algunos casos extremos, estos choques han provocado accidentes fatales en otras partes del mundo”, aseguró.
En la terminal de Mérida dos águilas de Harris: Gorda y Karely, patrullan los cielos y las pistas para proteger a los casi tres millones de pasajeros que transitan cada año en la terminal aérea. Su misión es mantener alejadas a otras aves y animales silvestres que podrían poner en riesgo la seguridad aérea, tanto en la pista como en el aire.
Ambos ejemplares forman parte de un proyecto de cetrería que puso en marcha Grupo Aeroportuario del Sureste (ASUR), que ha demostrado ser altamente eficaz para reducir los llamados bird strikes o impactos de aves con aeronaves, una de las principales causas de incidentes en aviación.
Por este motivo, el uso de aves rapaces como método disuasivo es una técnica adoptada también por aeropuertos internacionales en Europa, Asia y América. Son unas aves extraordinarias. Estos animales tienen alas cónicas y finas, que les permiten volar a una gran velocidad, cambiar de dirección rápidamente y con mucha facilidad.
Además, disponen de una sensacional agudeza visual que se ha medido en 2,6 veces la de un ser humano. Estas características han hecho que tengan una función muy importante: proteger a las aves de los aeropuertos y garantizar la seguridad aeronáutica.
Esta es una de las tantas labores que los animales hacen por los seres humanos y que la mayoría de las personas ignoramos, protegen una de las terminales aéreas más importantes del país.