Síguenos

Última hora

Alfonso Durazo reconoce apoyo de Claudia Sheinbaum y destaca obras conjuntas en Sonora

Cultura

Maldonado, arte concreto

Pedro de la Hoz

En la historia del arte se recordará a Tomás Maldonado más por sus aportes conceptuales que por la obra que produjo. Pocos como él adelantaron en el pasado siglo la visión del diseño como la articulación perfecta de ciencia y estética. Tuvo por demás la suerte de asistir a la revelación de sus prédicas en el ejercicio de una disciplina que cubre en la actualidad todos los sectores de la economía y la sociedad. Es también la suerte de haber vivido mucho tiempo. Maldonado murió el pasado martes en Milán a los 96 años de edad.

Había nacido en Argentina, donde en 1944, en Buenos Aires, junto a otros jóvenes, fundó la revista Arturo. Bastó un solo número para remover el panorama artístico rioplatense. Ese fue el punto de partida del grupo Arte Concreto Invención, liderado por Maldonado, que hizo de la Modernidad una obsesión a partir de considerar el arte como protagonista de la vida cotidiana. El lema era inventar, no representar. Promulgaban. Se definieron una estética científica, ajena a la ilusión de realidad del arte figurativo. Condenaban las más mínimas manifestaciones emocionales en los discursos artísticos.

Con Maldonado comulgaron en el movimiento, que llevó a Argentina una de las vertientes del abstraccionismo, Alfredo Hlito (1923-1993), Lidy Prati (1921-2008), y Enio Iommi (1926-2013).

Arte Concreto Invención, según ha dicho el crítico Federico Anderson, fue una realidad estética, objetiva, quebrando las formas del arte burgués, disponiéndose como un arte social y autorreflexivo que respondió a los requerimientos de un mundo moderno, construyendo desde una nueva realidad su propia evolución. Se alimentó tal vez de una utopía: el pensar al arte en función del hombre de la sociedad, teniendo en cuenta todas las variantes del conocimiento, ciencia, pensamiento, percepción, forma, espacio y tiempo. En palabras del propio Maldonado, se debía reflexionar sobre lo siguiente:

“Llenar una superficie vacía es fácil, todo estriba en acumular hechos con minuciosidad burocrática; la dificultad empieza y –esta es la dificultad del arte concreto– cuando con unos sutiles elementos queremos organizar estéticamente al vacío”.

Hacia los años 50 marchó de Argentina, internacionalizó su trayectoria y comenzó a sistematizar sus hallazgos teóricos. Profesor en la Hochschule für Gestaltung de Ulm, Alemania, de la que también se convirtió en director entre 1964 y 1966, se trasladó este último año a la Universidad de Princeton, en los Estados Unidos. Más tarde dictó cátedra de Diseño en la Universidad de Bolonia y el Politécnico de Milán. Italia vino a ser la segunda patria de Maldonado, aunque siempre estuvo pendiente de Argentina y de las corrientes artísticas en otros países de América Latina.

Fue justamente durante el ejercicio de la docencia que promovió una idea anticipada desde 1958 cuando escribió: “El factor estético constituye meramente un factor entre muchos con los que el diseñador puede operar pero no es el primero ni el predominante. Junto a él también está el factor productivo, el constructivo, el económico y quizás también el factor simbólico. El diseño no es un arte y el diseñador no es necesariamente un artista”.

El tiempo ha dado razón a Maldonado. El diseño se ha independizado de sus exclusivos arreos que lo vinculaban a la realización artística para establecerse como una disciplina autónoma, imprescindible en las más diversas esferas de la vida.

Siguiente noticia

Homenaje al pintor Ermilo Torre Gamboa con motivo de su trayectoria en Prohispen