Cristóbal León Campos
I
El primero de mayo de 1946 se fundó la Escuela Normal Rural “Gregorio Torres Quintero” de San Diego, Tekax, como parte del proyecto educativo de la Revolución mexicana, durante 23 años egresó a más de ochocientos alumnos distinguidos por su compromiso social, apego comunitario y conocimiento socio-económico de las entidades donde ejercieron el oficio de enseñar, la característica central era proporcionar los conocimientos fundamentales de la teoría pedagógica y social, conjugados con las técnicas de desarrollo agrícola y laboral para ser puestos al servicio de las localidades, impartiendo conocimientos históricos y actuales que inculcaran el pensamiento crítico entre los estudiantes, la educación rural se concibió como el camino a seguir para el desarrollo y por ello el maestro era el agente central del cambio cultural que el país requería, en las Normales Rurales la definición tradicional de normalismo evolucionó hasta alcanzar un grado mayor de identificación con las poblaciones herederas de las tradiciones ancestrales.
II
La vida cultural de México tuvo años de gran auge durante el período revolucionario que visualizó el camino de la transformación social vinculado al desarrollo artístico y educativo de la mayoría de la población, la condición de rezago que se heredó del porfiriato obligó al desarrollo de políticas encaminadas a resarcir esos atrasos mediante la instauración de escuelas de educación básica en los rincones más profundos de la nación y a la apertura de escuelas e instituciones que formaran a los futuros profesores para cubrir las necesidades de enseñanza-aprendizaje. En 1922 se establecieron las Escuelas Normales Rurales a partir de la fusión de las Normales Regionales y las Escuelas Centrales Agrícolas. De 1992 a 1934 se fundaron al menos 36 instituciones con el objetivo de instruir a los hijos de campesinos y obreros que históricamente han sido marginados por la imperante desigualdad. En 1935 se fundó la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México conocida con la FECSM, integrando a los estudiantes de las Escuelas Normales Rurales, esta organización estudiantil que ha cumplido ya los 84 años de existencia, ha contribuido al desarrollo de la conciencia en cientos de jóvenes educados bajo los preceptos de la Revolución y con la clara misión de repercutir en las realidades sociales de sus comunidades educativas, por esta razón, las Escuelas Normales Rurales han sido criminalizadas desde tiempo atrás, perseguidas y hostigadas en muchos casos, abandonadas sin recursos y apoyos gubernamentales, sobreviviendo de la organización autogestiva estudiantil, factor que cultiva la colectividad y el carácter de lucha de sus egresados.
III
Las Normales Rurales representan la puesta en práctica de la educación integral mediante cinco ejes: 1) Deporte; 2) Cultura; 3) Formación académica; 4) Formación política y 5) La enseñanza de Módulos productivos. Estos ejes se cimientan en las necesidades de las comunidades en donde los egresados realizan o realizaron su profesión, el apego a las tradiciones culturales de las poblaciones (lengua y cosmovisión) y la conciencia de ayudar a solucionar los principales problemas sociales y económicos con la implementación de los aprendizajes en los módulos de producción han hecho que el profesorado normalista rural pueda desarrollar cultivos agrícolas y oficios para erradicar la pobreza y el hambre. La educación recibida por los estudiantes de las Escuelas Normales Rurales y las enseñanzas por ellos impartidas a sus educandos tienen la concepción de una praxis transformadora, se entiende a la teoría inseparable de la práctica y viceversa, no se trata de la acumulación de conocimientos, sino del empleo de esos conocimientos para bien común. En esos ejes y esa concepción de la praxis educativa como agente transformador se sustenta el alma del normalismo rural mexicano.
IV
La Escuela Normal Rural de San Diego, Tekax, fue cerrada en 1969, como parte de las decisiones represivas tomadas por el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz, quien continuó con la agresión a los centros de estudio y a los estudiantes como hiciera con el movimiento estudiantil de 1968, varias Normales Rurales a lo largo del país fueron clausuradas, quedando en resistencia instituciones como la Normal Rural de Ayotzinapa que hasta la fecha es ejemplo de tenacidad y compromiso. La agresión contra las Escuelas Normales Rurales es uno de los antecedentes de todos los atentados sufridos por la educación pública en las décadas recientes, el neoliberalismo y su lógica privatizadora agudizó estas ofensas al derecho humano de la educación, la vigencia del ideal normalista rural puede encontrarse en la continuación de las condiciones de vida que lo inspiraron, sigue siendo necesario educar para transformar, erradicar la marginación y pobreza de las comunidades es un imperativo que requiere de centros de enseñanza especializados con el conocimiento específico que haga efectiva la transmisión de saberes apegados a las realidades concretas, las Escuelas Normales Rurales están fundadas con ese sentir de conocer las realidades particulares para poder verdaderamente contribuir mediante la educación al mejoramiento de la vida social.
V
La memoria de quienes estudiaron en la Escuela Normal Rural de San Diego, Tekax, evoca los proyectos impulsados a partir del conocimiento adquirido, a lo largo de Yucatán el impacto del normalismo rural está vigente, muchos egresados continúan en activo formando generaciones nuevas, otros, mediante su integración en organizaciones civiles, sociales y educativas transmiten su experiencia y asesoría para encauzar mejores resultados, el normalismo es una fuerza viva que transforma realidades y hace posible la esperanza de una mejor sociedad, Yucatán, como todo México, necesita volver a impulsar esa fuerza, reivindicarla y otorgarle su justo valor en la historia social y educativa.
La propuesta que impulsa la Asociación Civil “Normalismo Rural” encabezada por los profesores, Fernando Pacheco Alcocer y Macedonio Martín Ho, entre otros, busca reabrir las puertas de la Escuela Normal Rural de San Diego, Tekax, para saldar deudas históricas con el magisterio, con el normalismo rural y con las comunidades que aún presentan rezago educativo. A pesar de que han pasado 50 años de que fue cerrada, el impulso de sus egresados no ha cesado, su entrega por la educación y amor por su institución los mantiene firmes luchando por encontrar eco para su propuesta y consumar su sueño de ver nuevamente abiertas las puertas de tan noble institución. Fieles a su compromiso los normalistas rurales de Yucatán siguen cantando las últimas líneas de su himno: “Y aunque pobre de penas te llenes / Tú mereces mi eterno querer / En tus techos sagrados y añejos / De la luz del saber yo bebí / Y aunque acaso me vaya muy lejos / Olvidarme de ti no puedo”.
Hacemos votos y llamamos a la solidaridad del magisterio y de la sociedad para que su propuesta absolutamente legítima, necesaria y urgente sea atendida y puesta en marcha a la brevedad con el apoyo y beneficio de todos y todas en Yucatán.
*Coordinador Técnico de la Casa de la Historia de la Educación de Yucatán.
Integrante del Colectivo Disyuntivas