Este 19 de octubre se cumplen sesenta años de que fuera fundada la Universidad de Oriente, el centro de estudios superiores de la provincia Santiago de Cuba, al amparo del artículo 54 de la Constitución de 1940. Esta alta casa de estudios tuvo como génesis el prestigioso Seminario de San Basilio el Magno, que había sido creado desde el año 1722.
Tras el triunfo revolucionario de enero, la institución reabrió sus puertas el 3 de abril de 1959. En esa ocasión; el Dr. Armando Hart Dávalos pronunció el discurso de apertura, que fue publicado íntegramente en el periódico Revolución el 4 de abril de ese año. En aquel histórico acto se encontraban presentes el presidente de la República y el rector de la Universidad de Oriente.
En homenaje a esta importante celebración, publicamos el texto del Dr. Hart al reinaugurar el curso en la citada Universidad.
(Eloísa Carreras Varona)
En ocasión de inaugurar el curso de la Universidad de Oriente, el teatro donde se desenvuelve este acto, estamos todavía de duelo por los mártires caídos en estos campos y ello nos da la oportunidad histórica de precisar en este instante el papel de la Universidad en la Revolución.
Las palabras llenas de valor revolucionario y cívico que aquí se han pronunciado son sencillamente las que inspiran las mías, las que determinan las mías y las que las han definido; habrán de darle sentido a las que yo exprese ante ustedes en esta ocasión singular.
Muy grande es en este momento la esperanza y el clamor del pueblo, muy grande es también la inquietud del pueblo, porque ve caminando ya la campaña de la solución de todos sus problemas y el camino de la solución de sus fundamentales problemas y muy grande es, por lo tanto, la inquietud y la esperanza que despierta en el pueblo la obra del gobierno revolucionario y desea que avance y adelante más.
Las palabras revolucionarias que aquí se ha expresado nos obligan en ese momento, en este instante, en que se inaugura el Curso de la Universidad de Oriente a hacer un examen de conciencia histórico. Si es dable al individuo, si es dable a la persona aislada, si se hace incluso exigirlo en cada instante en nuestra conducta individual, hacernos un examen de conciencia, la nación está obligada como conglomerado de individuos, está también obligada a hacer un análisis de conciencia, un estudio de sus problemas y a plantearse en el terreno de la realidad, de los hechos, en el único terreno real, lo que pueda determinar sus errores y lo que ha determinado en el pasado esos errores.
En este momento creo que nuestra contribución a este magnífico acto será analizar esos errores del pasado, para tenerlos en cuenta para el futuro. Tres grandes oportunidades históricas ha tenido el pueblo de Cuba de canalizar su glorioso destino histórico. En 1902 con la Independencia, en 1933 con la libertad política en la lucha contra Machado y en 1959.
Los cubanos de 1902, los de 1933, no son ni mejores ni peores que los cubanos de 1959. La calidad moral de aquellos hombres no fue distinta a la calidad moral de los hombres a quienes nos ha tocado desempeñar las tareas en esta etapa. Sin embargo, en el 1902 se fracasó, en el 1933 no se pudo conseguir el ciclo histórico. Debemos averiguar, debemos investigar, por qué causas nacionales en el 1902 y en el 1933 no se logró eso, no obstante la calidad cívica y moral de aquellos hombres.
El problema está en varios aspectos y el primer aspecto es que el pueblo no logró una organización política capaz de hacer prevalecer los ideales revolucionarios en aquella etapa. El primer aspecto en que el hombre no logró además el dominio de los recursos materiales, específicamente la tierra, capaz de imponer su destino. En el 1902 al no aceptarse la proposición del General Máximo Gómez de que la tierra pasara a manos cubanas, la tierra no llegó a pasar a las verdaderas manos que debía pasar y en el 1933 ocurrió algo similar. En ambas ocasiones el país careció de una organización política, de una organización social capaz de vertebrar al pueblo con el gobierno, capaz de unir al pueblo con el gobierno. En el 1902 y en el 1933, los hombres honrados estuvieron desunidos, separados, desligados y no tuvieron los recursos materiales del poder para imponer las soluciones revolucionarias.
En 1959 los hombres honrados, los hombres honestos comenzamos a estar unidos a través de la organización política que este país va a ir creando y además deben pasar a manos del Estado, a manos del pueblo, los recursos materiales, específicamente y en primer término, la tierra con la Reforma Agraria, para así imponer las medidas revolucionarias.
De nada vale que tengamos los mejores propósitos e intenciones si, en definitiva, no contamos con los recursos del poder, el poder es no solo el gobierno, la administración pública, el poder es el dominio de la economía, el dominio del Estado, de las organizaciones sociales, obreras, estudiantiles, de los instrumentos de orientación pública como la prensa.
El hecho de que en el 1933 los órganos de orientación pública, los instrumentos del poder, los instrumentos de los grandes organismos sociales no estuvieran en posesión de los mejores y especialmente el hecho de que en el 1933 el principal aparato del poder, el Ejército, no cayera en manos revolucionarias, fue lo que determinó que los revolucionarios se fueran aislando, se fueran diseminando y que Guiteras saliera a puntapiés y que cayera en manos de la peor casta militar que ha padecido América.
Estas son las razones, estas son las causas y es donde tiene que estar muy clara la revolución. Hay que ir al dominio de la tierra para la Reforma Agraria, al dominio de los órganos de opinión pública, como el periódico Sierra Maestra, aquí en Oriente, hay que organizar a los campesinos, a los obreros, a los estudiantes y hacer que los campesinos, los obreros, los estudiantes, se sientan parte misma del gobierno, se sientan responsabilizados con la tarea del gobierno, el gobierno no puede permanecer aislado del pueblo, si no hay un vínculo de organización que una al gobierno con el pueblo, que una al profesional de Contramaestre con el campesino de Baracoa con el gobierno, entonces la Revolución habrá de fracasar, porque los vínculos de la organización política son indispensables para la tarea revolucionaria.
Es enorme la responsabilidad que tienen los hombres encargados de la administración pública, y es enorme la responsabilidad de los hombres que tienen la misión de mantener la disciplina en el glorioso Ejército Rebelde. Mantener el poder y el gobierno ligado al pueblo, que sea el pueblo el que determine las decisiones a través de los vehículos de la opinión pública, es lo que determinará el éxito definitivo de esta Revolución.
Como Fidel Castro ha puesto de moda decir plena y absolutamente la verdad, como que ya se ha introducido como norma política y como conducta de cualquier gobernante el decirle al pueblo absolutamente la verdad, en esta ocasión vamos a decir algunas verdades aunque algunas sean tristes. Vamos a decir en esta ocasión en que se inaugura el Curso de la Universidad de Oriente, que el país necesita, que el país demanda mucho más gente capacitada, que el país lo que en este momento confronta, en este momento precisamente, es no poder disponer de todo el caudal de hombres con capacidad para desempeñar las inmensas tareas revolucionarias que el país tiene que llevar a cabo.
Quienes tienen la responsabilidad del gobierno, y esto lo ha dicho Fidel Castro en la Universidad de La Habana, han comprendido mejor que nunca esta deficiencia. Quienes tienen la responsabilidad de dirigir una universidad como la de Oriente, tienen que ver esta deficiencia que tenemos que afrontar.
Tenemos que poner de moda el lema de esta Universidad “Ciencia y Conciencia”. No puede haber hombre preparado en ninguna materia del saber humano, si ese hombre no es un hombre con conciencia, porque la verdad científica, la verdad cultural es antes que nada una verdad que nosotros llevamos muy adentro, en lo más profundo, en la fibra más íntima de nuestro ser.
Es por eso que se ha dado el hermoso espectáculo de esos analfabetos que se engrosaron en las filas del Ejército Rebelde, que fueron mucho más cultos que todos los que decían ser cultos. Fueron más cultos porque comprendieron mejor que nadie, porque razonaron mejor que nadie, quizás llegaron a esa verdad por medio del sentimiento, pero llegaron a esa verdad, razonaron mejor que nadie la realidad social histórica y política de este país.
Si cultura y si intelectualidad es llegar a la verdad, si el conocimiento exacto de las fuerzas que en un momento determinado determinan un fenómeno cualquiera, social, político o económico, llegaron más pronto a la verdad esos barbudos que muchos de esos que se decían eruditos.
La materia prima de todo hombre con cierta capacidad profesional, con cierta cultura es la honestidad, es la honradez, los grandes filósofos de la Historia, los grandes forjadores de ideas fueron fundamentalmente gente que no se robaban el tesoro público.
La clave de la misión de la Universidad en este instante en que vive Cuba, está en preparar hombres que tengan ciencia, pero que tengan conciencia.
La gran verdad del momento en que estamos viviendo, la gran verdad no de Cuba sino de todo el mundo es que este siglo xx ha sido uno de los siglos más heroicos, más llenos de grandeza, más lleno de desinterés por los que ha pasado nuestra humanidad.
Esta generación ha puesto sobre la realidad misma de la historia, sobre los hechos mismos de la historia, que los que estaban equivocados eran ellos, de que la fuerza de voluntad conduce a la verdadera grandeza y es que estamos viviendo épocas de verdadera grandeza. Aquellos que creyeron que lo de Fidel Castro era una aventura, aquellos que decían que lo del Moncada era un disparate, que lo del Granma era un disparate, todos aquellos ven a Fidel Castro en el poder y dirigiendo el país, todo esto fue el triunfo de la aventura dicen ellos.
Están equivocados todo eso fue el triunfo de la paciencia, de la razón, de los conocimientos, el triunfo de poner la voluntad al servicio de la inteligencia y al servicio de la cultura. Fidel Castro era un loco, dijeron, porque en esta época materialista no se puede ser aventurero. No se dan cuenta que estamos viviendo la época más aventurera del mundo, en que el hombre intenta incluso invadir el espacio, estamos viviendo una época en que hace 40 o 50 años parecía una aventura trasladar las imágenes de los hombres a las distancias que se trasladan hoy.
Todo eso era una locura, sin embargo, los que llegaron a la televisión y los que llegaron a mandar los cuerpos a los mundos celestes, eran hombres de ciencia y hombres de conciencia. Para dedicarse con ahínco, con esmero, al estudio de lo que es largo y duro, hay que dedicarse con el mismo esmero, con la misma grandeza con que se dedicó Fidel Castro y sus héroes a esta gloriosa victoria.
Ahora, para el futuro, tendremos cosas más grandes, para cosas más grandes aún nos veremos preparados, al calor del trabajo constante, al calor del trabajo terminante todas estas semanas, a nosotros nos parece imposible que se llevara a cabo esta grandeza. Yo sé que en muchos lugares de Cuba tienen la angustia de que la Revolución no ha resuelto todo. Es la misma angustia que nosotros tenemos que ver que en tres meses de gobierno no hemos podido resolver los más grandes problemas que hace años están por resolverse, sin embargo, es imposible resolver de inmediato todos los problemas, pero en tres meses de revolución el triunfo revolucionario, si no ha resuelto muchos más problemas, sí le han dado al pueblo muchos más derechos que en cincuenta años de República.
En tres meses de Revolución se ha producido el milagro de que el pueblo apoye total e íntegramente a un gobierno, un pueblo que siempre tenía que ser oposicionista, en tres meses hemos visto la rebaja de alquileres, la Reforma Agraria, la Ley de Reforma Agraria, que acabará de poner en manos del pueblo la tierra que es del pueblo. Se ha resuelto el problema más importante que tenía este país, el problema del peculado, no se han producido las malversaciones que se producían hace diez años cuando luchábamos contra los malversadores del tesoro público.
En fin, compañeros, recordemos que la Universidad de Oriente tiene la misión de forjar revolucionarios con la capacidad de ciencia y conciencia, que sean capaces de hacer lo que precisamente más necesita la República, avanzar por el camino de la economía, el progreso, la cultura y la educación, para hacer crecer cada vez más un pueblo más libre y culto, como lo soñó nuestro Apóstol José Martí.