Por Marina MenéndezFotos: Lisbet Goenaga(Especial para Por Esto!)
Cuba:
LA HABANA, Cuba, 19 de enero.- Quizá porque se ha desbordado en variados escenarios de esta capital y de Santiago de Cuba; o tal vez porque nos ha traído, con más profusión que otras veces, la presencia de los nuevos talentos de la música formados en la isla, al 34° Festival Jazz Plaza se le ha tributado una amplísima, cálida y popular acogida, en mi opinión no vista otras veces.
Posiblemente, un hecho crucial para tal aceptación ha sido la presencia más profusa de esos noveles artistas del patio, en quienes destaca la fusión que caracteriza desde siempre al jazz cubano, pero que ellos traen ahora renovado, con atrevidas propuestas que hacen más asequible el género al amplio público sin conocimiento académico, aunque con sensibilidad para aquilatar y disfrutar un modo de hacer el jazz que les resulta más cercano.
Ello podría explicar también que el Festival se desplegara en la capital, a lleno completo, desde teatros como el Nacional con sus dos salas, Covarrubias y Avellaneda, pasando por tablados más modestos como el del Bertolt Brecht, o amplios y desprejuiciados espacios abiertos como el del Pabellón Cuba, sitio habitual de concurrencia de jóvenes, o los Jardines de la Tropical, lugar cotidiano y antológico de confluencia de los viejos bailadores de la música cubana tradicional.
Igual ha ocurrido en Santiago de Cuba.
Cuando este domingo cierren las puertas del Festival, muchos concordarán en que el evento ha conseguido mostrar la amplitud de expresión del jazz en la isla y, consecuentemente, esa posibilidad de atraer a un público que lo disfruta, porque “lo entiende”.
Albertico Lescay es uno de esos exponentes de las nuevas generaciones de talentosos jóvenes músicos del patio. Egresado de trompeta en las escuelas cubanas aunque su intención inicial era estudiar piano (“pero ya estaba pasado de edad para ese instrumento cuando acudí a matricular”), constituye por tanto un músico versátil que va de la trompeta al piano, porque se ha adiestrado en ambos instrumentos. Y cautiva.
Ha estado con su grupo “Formas”, estos días, tanto en Santiago como en La Habana, fiel a los propósitos que le animaron en la producción de su reciente disco “Escape”, y que catalogó en su momento como un esfuerzo por “mostrar pinceladas de cada uno de los géneros musicales que conforman la música cubana, vinculada con distintas sonoridades del mundo, pero con el jazz como hilo conductor”.
Ello, sin desdeñar los elementos folclóricos que trae en la sangre y el alma de su natal tierra santiaguera, y las raíces de una familia donde descuella el arte de su padre, el pintor y escultor Alberto Lescay, y los cantos y toques que le legaron su abuela, espiritista, sin olvidar el coraje de su bisabuelo mambí.
El le llama a ese estilo Afro Nu Jazz y ha vuelto a interpretarlo ahora, momentos antes del cara a cara con Por Esto! al que accede, en un alto de su más reciente concierto. Recuerda la pervivencia de tal herencia en su quehacer, y coincide con la reportera en que “hay una nueva etapa para el jazz cubano”.
El es uno de sus hacedores.
“La creación musical, el desarrollo de la música, en sentido general, en la humanidad, nunca cesa. Constantemente está en evolución. Específicamente en Cuba, un país donde se le da tanta importancia a la música y la cultura desde hace tantos años, eso se nota con mucha más evidencia. El jazz cubano, como los diferentes géneros de fusión, ha evolucionado mucho.
“De modo que en este momento, afirma, los músicos cubanos están creando un jazz muy diferente al que se hacía hace diez años”.
El, obviamente, es un exponente de esa evolución.
Valora como importante “las interacciones entre artistas y músicos que viajamos y nos encontramos con músicos de diferentes países, lo que ha logrado fundir muchos contextos internacionales de la música”, algo que también se fomenta con la amplia participación extranjera en este Festival, y la comunicación que posibilita entre colegas.
“Es una interacción importante, porque el jazz se nutre precisamente de esa comunicación. Cada uno de los artistas participantes trae su propio folclor, y eso enriquece la creación mutua entre todos nosotros”.
También valora la promoción que recibe el género en la isla, visible no sólo en la extensión de este Festival a Santiago sino en la realización de otros como Jo-Jazz, que él considera “uno de los eventos de más promoción para los jóvenes”.
“Estas acciones provocan que esa evolución del jazz se acelere más aún. O sea: vienen momentos mucho más avanzados y ricos en la música cubana”.
Con espiritualidad
Han venido admiradores hasta el recodo de la sala donde nos encontramos, a pedirle un autógrafo.
Gentil, Albertico Lescay contó para ellos que estudió en La Habana pero regresó a Santiago para recuperar ese folclor de donde, esencialmente, nace su música. En 2010 creó un grupo con su hermano Alejandro. Tres años después fundó “Formas”.
Considera “una oportunidad extraordinaria” que jóvenes como yo nos estemos presentando en este evento. Incluso, algunos para quienes ésta constituye la primera vez ante un público grande.
“Esto significa que la isla continúa produciendo músicos de una manera inmensa; digamos, excepcional. Eso es gracias a las escuelas, a la cultura que se ha promovido desde hace tantos años, pero también tiene que ver con el folclor tan profundo que se vive en Cuba. Y además, porque está fomentado por generaciones anteriores que se convierten en maestros para nosotros”.
—¿En qué nivel ubicas el jazz que se hace aquí, en comparación con el resto del mundo donde se toca?
“Yo diría que el jazz cubano es, simplemente, auténtico. Creo que el jazz ya dejó de ser estadounidense hace muchos años; se ha internacionalizado.
“Y Cuba tiene un nivel extraordinario en el mundo. De hecho, muchos músicos consideran que no sólo el jazz, sino la música cubana en general está dentro de las tres grandes potencias de la música popular en el orbe: Estados Unidos, Brasil y nuestro país.
“El hecho de que se siga haciendo jazz cubano de la manera en que lo hacemos creo que nos ubica en un primer nivel tomando en cuenta la elaboración musical, su calidad, y la espiritualidad que caracteriza esa música.
“Yo diría que aquí se hace un jazz puramente auténtico y original”.