El Gobierno de Estados Unidos anunció este viernes el despliegue del portaaviones USS Gerald R. Ford y su grupo de ataque en aguas cercanas a América Latina, como parte de una operación para combatir el narcotráfico y las organizaciones criminales transnacionales (TCOs).
La decisión fue confirmada por Sean Parnell, portavoz del Pentágono, a través de su cuenta oficial en la red social X (antes Twitter).
El funcionario indicó que el movimiento naval responde a una directiva presidencial emitida por Donald Trump, enfocada en la defensa de la seguridad nacional y el desmantelamiento de estructuras de narcoterrorismo que operan en la región.
“En apoyo a la directiva del presidente para desmantelar organizaciones criminales transnacionales y contrarrestar el narcoterrorismo, el secretario de Guerra ha ordenado el despliegue del grupo de ataque del portaaviones USS Gerald R. Ford”, señaló Parnell.
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Refuerzo militar y presión regional
El despliegue del USS Gerald R. Ford —el portaaviones más avanzado de la flota estadounidense— representa un incremento significativo en la presencia militar de Estados Unidos en el hemisferio occidental.
Este movimiento ha sido interpretado como una medida de disuasión directa ante el creciente tráfico de drogas en el Caribe, Centroamérica y Sudamérica.
El grupo de ataque incluye múltiples barcos escolta, aeronaves de combate y unidades de inteligencia táctica, lo que permitirá a Washington llevar a cabo operaciones de reconocimiento, interdicción y combate en alta mar.
Repercusiones geopolíticas
Este anuncio se produce en un contexto de tensiones diplomáticas con países como Colombia y Venezuela, cuyos gobiernos han sido acusados por la administración Trump de permitir o encubrir redes de narcotráfico. Ambos países han rechazado categóricamente estas acusaciones.
Por el momento, no se han detallado las coordenadas específicas del despliegue ni la duración de la operación, pero se espera que el movimiento del USS Gerald R. Ford cause reacciones en distintos gobiernos latinoamericanos, especialmente aquellos con intereses estratégicos en las rutas marítimas del Caribe y el Pacífico.
Estados Unidos refuerza así su postura militar ante un fenómeno que considera una amenaza directa a su seguridad interna, apostando por una estrategia de presencia y acción directa en zonas clave del hemisferio occidental.
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