
Estados Unidos se prepara para elevar del 25 al 50 poor ciento los aranceles a las importaciones de acero y aluminio a partir de este martes, tras la orden firmada por el presidente Donald Trump.
El anuncio, realizado en una planta de U.S. Steel en Pensilvania, busca —según la Casa Blanca— blindar la industria metalúrgica local y llega en medio de un panorama legal y diplomático inestable.
Un movimiento calculado en el tablero legal
La ofensiva arancelaria se relanza justo después de que una Corte de Apelaciones levantara, en parte, la suspensión que un tribunal de comercio mantenía sobre las medidas de Trump.
Ese revés judicial había puesto en evidencia la fragilidad de la estrategia proteccionista; ahora, la administración aprovecha que los gravámenes a metales, sustentados en la Ley Comercial de 1962, quedaron fuera de la disputa principal para redoblar la presión.

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Países y sectores bajo presión
La subida golpea de lleno a Canadá, Brasil, México, Corea del Sur y Vietnam en el caso del acero, y a Emiratos Árabes Unidos, Rusia y China en aluminio.
Para economías tan integradas con la cadena manufacturera estadounidense —particularmente la automotriz y la de construcción—, el nuevo impuesto encarece insumos, obliga a replantear costos y despierta temores de represalias.
U.S. Steel y la “sociedad” con Nippon Steel
Trump eligió un escenario simbólico: la misma acería que, tras meses de resistencia política y sindical, aceptó una inversión japonesa valorada en 14 mil millones de dólares.
El mandatario presentó el acuerdo como una “asociación” y no una adquisición, pese a que la firma quedará como subsidiaria de Nippon Steel. i
Reacciones en cadena
- Unión Europea: Bruselas lamentó la decisión y advirtió que complica la negociación que ambas partes intentan acelerar antes de que expire la actual tregua arancelaria.
- China: Pekín acusó a Washington de romper la pausa pactada semanas atrás y denunció “supresión extrema” por las nuevas restricciones tecnológicas.
- Mercados: la expresión “TACO trade” —“Trump Always Chickens Out”— gana tracción entre inversionistas que apuestan a que la Casa Blanca moderará su postura; el presidente, sin embargo, desestima el término y afirma que sus amenazas forman parte de una táctica negociadora.
Incertidumbre para la agenda global
Con los nuevos gravámenes listos para entrar en vigor, analistas temen un efecto dominó: inflación de costos para manufacturas estadounidenses, posible pérdida de empleos en cadenas dependientes de metales y un escalamiento de represalias que complique futuros acuerdos con la UE y China.
Por ahora, el mensaje desde la Casa Blanca es claro: la prioridad es fortalecer la producción nacional, incluso si eso añade otra capa de tensión a la ya volátil escena comercial internacional.
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