CIUDAD DE MEXICO, 3 de noviembre (SinEmbargo/EFE).- Argentina quiere impulsar de la mano de México un eje progresista para América Latina. Convencer a Andrés Manuel López Obrador de que se una activamente a esta empresa es el principal motivo del primer viaje de Alberto Fernández como presidente electo del país sudamericano, certificando así el interés por formar un eje progresista inédito que uniría a los dos extremos de América Latina.
Fernández se reunirá este lunes con el mandatario mexicano, a quien ve como un aliado para fortalecer en la región a las fuerzas de izquierda, desnortadas tras años de reveses y la deriva autoritaria de Venezuela y que, tras las protestas en diversos países y el triunfo de ambos, han logrado algo de oxígeno. Fernández confía en que López Obrador se sume también al Grupo de Puebla, un centro de reciente creación en el que participan una treintena de políticos y que el presidente electo argentino ha contribuido a dar forma.
“Ambos quieren mandar un mensaje de afinidad ideológica ya que ganaron sus elecciones abanderando la causa de la muerte del neoliberalismo y les interesa construir una alianza regional”, dijo a EFE el coordinador del Centro de Estudios Políticos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Khemvirg Puente.
Con el cambio político, Argentina se convertirá en la potencia política y económica regional de mayor cercanía ideológica con el Gobierno de López Obrador, pues ambos se autodefinen como izquierdistas aunque marcan distancias con el socialismo del siglo XXI abanderado por Venezuela.
Que el primer viaje al exterior del líder peronista sea a México y no a Brasil permite atisbar cuáles serán las prioridades del nuevo Gobierno en política exterior. La relación que Fernández mantiene con Jair Bolsonaro es pésima, al punto de que el mandatario brasileño dijo que los argentinos habían “elegido mal” y que no estaba dispuesto a saludar al nuevo presidente. Argentina y Brasil son socios en el Mercosur y su dependencia económica los obliga a entenderse.
Fernández siente que todo será más fácil con López Obrador. Por un lado, logrará un aliado ideológico para aliviar la tensión con Bolsonaro. Además, en Buenos Aires atribuyen a López Obrador una buena relación con Donald Trump y confían en que el presidente mexicano pueda ser una suerte de mediador entre Argentina y el Fondo Monetario Internacional en las negociaciones entre ambos. De no llegar a buen puerto, México también resultaría un aliado, más aún si la economía del país norteamericano sigue cayendo. López Obrador ha dedicado buena parte de su primer año de mandato a dar por muerto el modelo neoliberal en el país y en más de una ocasión, al más puro estilo kirchnerista, ha culpado a los mercados de la deriva decreciente de la economía de su país.
La apuesta de Fernández, no obstante, se encuentra de antemano con un obstáculo: la política exterior no es una prioridad para López Obrador, que no sale del país desde hace dos años y, ya como mandatario, ha rechazado acudir a la cumbre del G-20 o a la Asamblea General de la ONU. El presidente electo de Argentina contará con el apoyo del canciller mexicano, Marcelo Ebrard, quien se ha erigido en una suerte de jefe de Estado en el exterior, pues es quien acude a todos los actos en representación de López Obrador.
El trasfondo de la visita de Fernández a México es también impulsar el Grupo de Puebla, un centro de pensamiento creado el pasado mes de julio e integrado por una treintena de personas, entre expresidentes, excancilleres y políticos latinoamericanos. El artífice es el excandidato presidencial chileno Marco Enríquez-Ominami, muy cercano a Fernández, quien ha seguido muy de cerca la concepción del grupo, que lleva el nombre de la ciudad mexicana porque ahí se celebró su primera reunión. No obstante, el papel del Gobierno de López Obrador en aquella cita fue testimonial, de ahí que Fernández abogará esta semana por unirlo de forma más activa. Fuentes del Ejecutivo mexicano señalan que, si bien no está dentro de las prioridades de su política exterior, califican de “interesante” la iniciativa, en la que ya participan los expresidentes brasileños Lula da Silva y Dilma Rousseff; el ecuatoriano Rafael Correa o el colombiano Ernesto Samper. El único participante no latinoamericano es el expresidente español José Luis Rodríguez Zapatero.