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Opinión

Sólo los jóvenes pueden construir su futuro

Gustavo De la Rosa

Jóvenes Construyendo el Futuro se ha presentado como la nave insignia de los programas de Gobierno que buscan crear una nueva dinámica para la sociedad mexicana y sacarla del marasmo en el que la han sumido la inercia de inversionistas subsidiados por el Estado mexicano y la burocracia corrupta.

La población meta de este programa, mexicanos mayores de 18 años y menores de 29, son el músculo de la Patria y miles de ellos, tal vez millones, están en el desempleo sin un título de licenciatura; en gran parte del territorio nacional estos jóvenes, la fuerza transformadora más valiosa del país, están sin oportunidades de trabajo y sin posibilidades de estudiar (no son NiNis, sino más bien SinSines). Pero aplicar el programa en Ciudad Juárez requerirá adaptarlo primero.

Aquí el rango de edades de los 18 a los 29 años coincide con el grupo de personas con mayores posibilidades de conseguir empleo; acá no sufrimos la calamidad del desempleo, al contrario, tenemos un excedente de vacantes que precisamente se ofrecen a personas en estas edades, y el mayor problema para incorporarlos al mercado laboral es reclutarlos y su permanencia en el puesto. Por acá la desocupación grave se da entre menores de 17 años y mayores de 45 años.

El sector industrial ocupa a unos 300 mil empleados y dicen actualmente tener un déficit de 20 mil, pero el índice de rotación de personal es superior al 70% anual. La falta de mano de obra joven es un problema ya abordado por la industria y por el comercio, que establecen módulos de reclutamiento en plazas públicas y pagan un bono especial a los trabajadores que acercan a otro joven a trabajar en la fábrica, pero aún así hay muchas vacantes para personas de esas edades.

Preocupados por los problemas sociales que mantienen en la calle a la juventud, al menos tres organizaciones muy serias y con larga permanencia en la ciudad han decidido mejor capacitar a los jóvenes para que desarrollen su proyecto de vida en torno al trabajo y al estudio, y no sólo ofrecerles un puesto como obrero de maquiladora. Más o menos estos han sido los pasos que estos grupos siguen para lograr que un joven se integre al mercado laboral o al estudio: estimulación comunitaria, reclutamiento para capacitación laboral o certificación de secundaria o preparatoria, proceso educativo y egreso.

De los egresados de este proceso aproximadamente 40% deciden seguir estudiando y el otro 60% se incorpora al mundo laboral; los resultados positivos de este sistema superan el 85% de los individuos atendidos, incluso han llegado a representar hasta el 95% de los mismos. También hemos comprobado que la etapa de capacitación previa debe prolongarse durante al menos seis meses como proceso escolarizado, aunque otros procesos requieren hasta 18 meses.

En estas circunstancias, la responsabilidad de rescatar a los jóvenes en la frontera es compartida por los tres niveles de Gobierno y los sectores empresarial y social, no podemos esperar que mágicamente, y porque se les ofrece una beca de 3 mil 650 pesos, ellos van a cambiar. Se requieren estos programas educativos previos a la chamba.

Juárez tiene mucha infraestructura para esta misión; el municipio tiene disponible una gran cantidad de centros comunitarios (cerca de 50) y, para los que decidan trabajar, hay espacios de capacitación especializada listos para ellos y las plantas tienen áreas específicas de capacitación, incluso otros espacios se pueden preparar con la colaboración de la industria con tal de obtener mano de obra calificada.

El estímulo que ayudaría al reclutamiento y permanencia es la beca prevista para los jóvenes que se integran al proyecto y, hemos comprobado, una vez que pasan las dos primeras semanas en los programas de rescate, su permanencia se asegura. Es increíble cómo la convivencia en un espacio de paz y estudio se convierte en una sólida estructura que permite a los jóvenes darle sentido a su existencia.

Lo importante ahora es que todos los niveles de Gobierno, y de la sociedad, tomen conciencia de que este programa, que busca ofrecer un futuro diferente a los jóvenes SinSines es una oportunidad para todos. Debemos aceptar que resolver el problema del desempleo de este sector social no es una propuesta política, mucho menos partidista, sino una necesidad del país y no puede dejarse sólo en las manos del Gobierno, ni debe quedar bajo control de sólo un mexicano que le apueste al fracaso del programa.

Gobernar el México de hoy es una acción de todos, y gobernar quiere decir resolver los problemas de fondo. Es algo similar a la lucha contra la violencia criminal que nos azota y contra la corrupción: todos somos víctimas, aunque todavía no nos toque un balazo ni nos pidan un moche. No podemos seguir así.

(SIN EMBARGO.MX)

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