Por Eva Murillo
Cientos de personas asistieron a las misas celebradas desde la mañana de este 24 de diciembre en la Catedral Santísima Trinidad en Cancún, pues a las 7:15 de la mañana fue la primera celebración eucarística y las 10 de la noche fue la Misa Solemne de Navidad, en la que el obispo Pedro Pablo Elizondo Cárdenas envió un mensaje navideño a todos los cancunenses.
A las 7:15 de la mañana fue efectuada la misa matutina Feria Mayor de Adviento; a las 6:30 de la tarde la Misa Vespertina de Vigilia de Navidad y a las 10 de la noche la Misa Solemne de Navidad.
Para mañana 25 de diciembre, las homilías en la catedral serán a las 8:30 de la mañana; 10 de la mañana, 12 del día, 1:30, 5 y 6:30 de la tarde.
Ante las familias presentes en la misa para celebrar el nacimiento de Jesús, el obispo anunció que “donde nace Cristo, todo cambia”, como parte de su mensaje navideño a los fieles católicos y a quienes practican alguna otra religión.
El máximo representante de la iglesia católica en Quintana Roo dividió el mensaje en una serie de puntos, en los que resaltó el verdadero significado de la Navidad y anunció la ordenación de nuevos párrocos.
“¡Feliz Navidad! a todos los católicos y creyentes de Quintana Roo. Cuando se acerca la Navidad, los niños esperan con gran emoción e ilusión el regalo de sus padres. También nosotros los hijos de Dios esperamos con gran ilusión y emoción, el gran regalo de nuestro Padre Dios”, remarcó el obispo.
En esta Navidad del año de la Santa Cruz, Dios nos regala el gran don de siete diáconos, que serán ordenados el día nueve de enero en la Iglesia de Cristo Resucitado de la zona hotelera. Nos sentimos muy bendecidos y amados por Dios por este gran regalo de Navidad. De los siete nuevos diáconos transitorios, tres son nacidos y crecidos en esta tierra y cuatro han llegado de fuera. Son la respuesta generosa a nuestras humildes y constantes oraciones. Rueguen pues al dueño de la mies que envíe obreros a su mies, pidió a los presentes.
En su mensaje, dijo que “cuando llega Jesús a nuestras vidas, no hay que cuestionarlo ni dudar de él, sino que hay que recibirlo, como él es y hay que dejarlo ser, todo lo que él quiere ser para nosotros. Él quiere ser el camino, la verdad y la vida. Él quiere ser la luz y la salvación. Él quiere curar nuestras heridas del alma. Él quiere ser el pan vivo bajado del cielo. Él quiere ser el buen pastor que apacienta a sus ovejas. Él quiere ser la curación de todas las enfermedades. Él quiere liberarnos de todos nuestros miedos, complejos y traumas. Cuando Jesús llega todo se arregla, todo cambia, basta dejarle ser y hacer lo que Él quiera.
Señaló que “todos tenemos nuestras cegueras, nuestras cojeras y nuestras sorderas. Todos tenemos nuestras lepras espirituales, todos estamos enfermos en algún aspecto de nuestra alma, de nuestro cuerpo, de nuestra mente o de nuestro corazón. Y lo peor de todo es no ser capaz de reconocer nuestra enfermedad. Piensa y examínate. ¿Cuál es tu ceguera?, ¿cuál es tu cojera?, ¿cuál es tu lepra, ¿cuál es tu ceguera espiritual?
¿Ves la paja en el ojo de tu hermano y no ves la viga en el tuyo propio?, ¿Ves todo lo malo que hay en el mundo y en los que te rodean y no eres capaz de ver lo malo que hay en ti? ¿Si no lo ves o no lo quieres ver, cómo vas a corregirlo y superarlo?. Dice San Agustín: que el hombre que no sabe criticarse a sí mismo, se pone a criticar a los demás.
Aseguró que “cuando acogemos a Jesús como lo que Él es y quiere ser, entonces se produce el milagro, se produce la abundancia de frutos de conversión. Si él está presente, entonces cambia nuestra vida. La presencia del Mesías se conoce por los frutos de conversión: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los pobres son evangelizados. Si nosotros queremos saber si llega el Mesías, si está presente, si lo hemos recibido en nuestro corazón, si lo vamos a recibir en esta Navidad, se tiene que notar en los frutos del cambio. ¿Cuáles son tus cegueras que necesitan ser curadas? Ahora que venga el Señor, ábrele tu corazón para que el venga y purifique tus lepras, abra tus ojos, te libere y te sane en tu corazón”.
Habló de que “el mundo moderno en esta nueva época, nos ofrece nuevas oportunidades, nuevo bienestar, nuevas tecnologías, nuevas comidas y bebidas y nuevos lujos, nuevas casas, nuevos coches, nuevos celulares pero al mismo tiempo nos produce nuevas patologías: nuevas depresiones, nuevos traumas, nuevos complejos, nuevos temores, resentimientos, nuevos desamores, nuevas fobias. Crece el número de suicidios, crece el número de divorcios, crece el número de enfermos emocionales, crece el número de adictos, crece el número de alcohólicos. Jesucristo vino al mundo para curar todas esas enfermedades y patologías nuevas que muchas veces son fruto del pecado”.
“Cuando Cristo se hace presente, todo cambia. Y ese es la mejor señal de su venida. Los cojos andan, los ciegos ven, los sordos oyen. Si cuando Cristo se hace presente, no cambia nada mi vida, quiere decir que no ha nacido el verdadero Mesías, quiere decir que tengo una idea equivocada de él. De nada sirve celebrar la venida de Cristo si nos quedamos igual, si no hay cambio en nuestra vida, de nada nos sirve la venida de Cristo. De nada sirve que cada año celebremos la venida del Salvador, si Él sigue si salvar nuestras vidas de sus temores, de sus lepras, de sus cegueras, de sus traumas y de sus fobias. Lo primero que debemos cambiar es nuestra idea de Jesús tal vez.
Finalmente, deseó “que la felicidad de esta Navidad sea recibir al verdadero Jesucristo en tu corazón y dejarle ser y hacer todo lo que Él quiera, dejarle cambiar todo lo que él quiera en tu vida. La cosa más ambicionada por el hombre es la felicidad. Dios te ofrece en esta Navidad, a través de su Hijo Jesucristo. ¡Acéptalo tal cual es!... déjate encantar por su amor, déjalo que cambie tu vida, y haz cuanto puedas para que tus hermanos participen de Él. ¡Feliz Navidad!