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Quintana Roo

Ya no pueden con la violencia

Por Yolanda Gutiérrez

 

A raíz de los ataques contra restaurantes, bares, cantinas y centros de esparcimiento para adultos, el último suscitado la noche del viernes en bar “La Kuka”, donde irrumpió un comando armado y dejó como saldo cinco muertos y 12 heridos, muchos de estos lugares cerraron de manera definitiva, mientras que los que aún prestan servicio han observado un decremento en la clientela, a causa del miedo a convertirse en víctima colateral.

Cada vez son más comunes los ataques a bares, restaurantes y centros nocturnos, rociadas sus fachadas por balas de grueso calibre y ultimados clientes y trabajadores presuntamente por problemas relacionados con los cobros por derecho de piso, lo que no se sabe con exactitud a causa del hermetismo con que se envuelven las autoridades competentes, reacias a proporcionar a los medios de comunicación información fehaciente de lo que sucede con el trillado argumento de no entorpecer las investigaciones.

Y la población piensa, con sobrada razón, de qué investigaciones habla la autoridad, pues a la fecha no se ha resuelto una sola ejecución ni ataque a bar o restaurante.

Quienes más sufren son las familias que habitan en las inmediaciones de algún bar de dudosa reputación como algunos de los que ya han sido atacados a balazos, especialmente si su domicilio colinda con el negocio, ya que sus propiedades o alguno de sus integrantes podrían recibir un proyectil perdido, tal como expresó un comerciante cuyo establecimiento se ubica a escasos metros de “La Kuka”, bar para adultos ubicado en la avenida López Portillo casi frente a la Mega, donde cinco personas perdieron la vida y otras 12 resultaron lesionadas a manos de un comando que ingresó de manera violenta y disparó contra todo lo que se movía.

Y ante la situación, se cuentan por docenas los bares y centros nocturnos que han cerrado sus puertas de manera definitiva en diversos puntos de la ciudad, algunos después de haber sufrido en carne propia los estragos de un ataque a balazos, otros por no querer pagar por el derecho de piso, mientras que los clubes nocturnos que aún permanecen abiertos han resentido una importante baja en la clientela, ante el disgusto de las meseras, que han visto caer drásticamente sus ingresos en concepto de propinas.

Sin contar con que, a raíz de la violencia en los bares, cada día es más difícil encontrar personal que se haga cargo, especialmente en los puestos de atención directa al público, donde es mucho más fácil recibir un balazo.

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