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Quintana Roo

En dos años, la Península de Yucatán perdió más de 525 mil hectáreas de selva

Del 2023 a 2025, la Península de Yucatán pasa de 285 mil hectáreas de selva perdidas, a 525 mil.

En dos años, en Quintana Roo se arrasaron 112 mil ha de vegetación, principalmente en Chetumal y Bacalar.
En dos años, en Quintana Roo se arrasaron 112 mil ha de vegetación, principalmente en Chetumal y Bacalar. / Erick Romero

Del 2023 al 2025 se duplicó la deforestación en la Penísula de Yucatán, al pasar de 285 mil 580 hectáreas perdidas -desde el 2016- a 525 mil, según un reporte del Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sustentable (CCMSS).

De acuerdo con el organismo, del 2016 al 2025 hubo una pérdida de selva anual de 58 mil 345 hectáreas en la región.

El informe más reciente, dado a conocer esta semana, señaló que en los últimos dos años, en Quintana Roo se han deforestado 112 mil 180 hectáreas. Los municipios Othón P. Blanco y Bacalar registran las mayores pérdidas de selva.

Según ambientalistas,la flora también se ve afectada, pues la caoba y el cedro rojo son talados durante las obras

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Indicó que los procesos de deforestación están asociados principalmente a la expansión de la ganadería, cultivos agroindustriales y obras ferroviarias.

Especificó que, en ese lapso, la Península de Yucatán arrasó 123 mil 122 hectáreas de selva, equivalente a una pérdida anual de 61 mil 561, de las cuales se registran para Campeche el 38%, Yucatán, el 37 y Quintana Roo, 25.

El informe “Evaluación de la deforestación en la Península de Yucatán al 2025”, con base en el Sistema de Información de Cambios de la Cobertura Forestal (Sicamfor), indicó que entre el 2016 y el 2025, Othón P. Blanco tuvo una pérdida neta de 53 mil 800 hectáreas de terrenos forestales.

Además se registró la pérdida de cobertura forestal en el poniente de Bacalar, por cultivos agroindustriales vinculados a la expansión menonita, así como el cambio de uso de suelo en el ejido Juan Sarabia, municipio Othón P. Blanco, por obras del Tren Maya.

La Península forma parte de la mayor extensión de selva tropical de América, después de la Amazonia: la selva maya; además, concentra el 54% de los manglares y varios ecosistemas singulares como petenes, cenotes; además de  un enorme sistema cavernario inundado.

El CCMSS destacó que las selvas en la Península constituyen un bioma clave por sus funciones socioecosistémicas: el mantenimiento de la biodiversidad, la recarga de acuíferos, reproducción de modos y medios de vida de pueblos indígenas, así como comunidades locales. No obstante, la deforestación y destrucción de los ecosistemas forestales continúa.

Grupos menonitas contribuyeron a la tala desmesurada de terrenos forestales en el estado
Grupos menonitas contribuyeron a la tala desmesurada de terrenos forestales en el estado / Erick Romero

Refirió que aún, cuando la selva maya ha padecido procesos de pérdida y degradación desde hace décadas, su deterioro se aceleró notablemente en los últimos años.

Advirtió que la selva está siendo destruida por la expansión de la agroindustria, ganadería, industria inmobiliaria y turística, megaobras de infraestructura logística y de transporte y proyectos energéticos, entre otras intervenciones alineadas a lógicas desarrollistas, así como estrategias de desterritorialización y reterritorialización.

La pérdida de la selva junto con el establecimiento de nuevos usos del suelo generaron impactos multidimensionales sobre los territorios, las comunidades, así como sobre las personas, comprometiendo la sobrevivencia de especies de flora y fauna y alterando las dinámicas relacionales de las sociedades actuales.

Perspectiva ecológica

Activistas de Greenpeace México informaron que, en los últimos cinco años se han perdido casi 300 mil hectáreas de selva, cifra superior a la deforestación acumulada en dos décadas previas, presionada por industrias inmobiliarias, turísticas, ferroviarias y de infraestructura.

Rafael Reynoso Valdez, delegado de la Asociación Mexicana de Arboricultura (AMA) explicó que el impacto es difícil de cuantificar debido a la magnitud del desmonte, pero advirtió que las áreas taladas superan con creces las acciones de arborización.

“El problema es que lo que se desmonta o deforesta es demasiada superficie y no se alcanza a cubrir con campañas pequeñas”, dijo y destacó que se necesita detener esta tendencia en fraccionamientos y multiplicar la reforestación.

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Impacto en ciudades

En ciudades como Cancún, aún existen áreas con selva nativa que ayudan a mantener el equilibrio ambiental; sin embargo, los desarrollos habitacionales masivos y los enormes estacionamientos de concreto están generando altas temperaturas, contaminación y pérdida de sombra natural, destacó el ambientalista.

Lo ideal, expuso, sería que los desarrolladores respetaran más árboles dentro de sus proyectos en lugar de arrasar con todo. De lo contrario, las ciudades se transformarán en islas de calor con consecuencias para la salud y el bienestar de los habitantes.