
En la colonia San Valentín II, ubicada a las faldas de un antiguo relleno sanitario en la zona continental de Isla Mujeres, se construyen numerosas viviendas sin control ni permisos ambientales por parte de ninguna autoridad. Habitantes reconocen que, durante las lluvias, el lugar emite malos olores y aparecen serpientes con frecuencia.
De acuerdo con los propios vecinos, en un área que supera las 40 hectáreas se lotificaron las colonias San Valentín I, II y III. En marzo pasado, el Gobierno del Estado, a través de la Secretaría de Desarrollo Territorial Sustentable (Sedatus), en conjunto con el Ayuntamiento de Isla Mujeres, clausuró 51 desarrollos en esta zona continental.
Las autoridades informaron que dichos fraccionamientos carecían de constancias, permisos y autorizaciones estatales y municipales, contraviniendo lo establecido en la Ley de Asentamientos Humanos, Ordenamiento Territorial y Desarrollo Urbano; la Ley Estatal de Acciones Urbanísticas; la Ley de Propiedad en Condominio de Inmuebles y el Programa Estatal de Desarrollo Urbano, todos del estado de Quintana Roo. También infringían diversos programas y reglamentos municipales.
A más de tres meses de estas acciones, los desarrollos continúan sin avances en los procesos de regularización.

Durante un recorrido por la zona, vecinos como Juan —quien se encarga de la construcción de una vivienda en los límites del antiguo basurero— señalaron que “aquí no hay permisos ni servicios básicos. Aún es una zona irregular. Lo que sabemos es que pertenece a un señor de apellido Pastrana y entre las tres colonias abarcan más de 40 hectáreas que se lotificaron y donde ya se están levantando casas de material”.
Juan aseguró que la vivienda que construye es la última de esa sección, pues a pocos metros se encuentra un muro delimitado con alambre de púas que marca el final de lo que fue el tiradero de basura. “Primero fue una sascabera, luego lo convirtieron en basurero. Todavía llega el mal olor, sobre todo cuando llueve, porque se derraman lodos contaminados”, relató.
En esa calle sin nombre, los lotes están delimitados y cada uno cuenta con una toma de agua conectada directamente al manto freático, a unos 12 metros de profundidad. Varias viviendas se encuentran aún en obra negra. “Para levantar una casa aquí hay que ahorrar al menos unos 500 mil pesos”, dijo.
La construcción en proceso ya cuenta con una fosa séptica de 3.60 por 3.80 metros y metro y medio de profundidad. El agua estancada en su interior presenta un color ocre y emite un fuerte olor. A pesar de ello, los habitantes aseguran que ese tipo de fosas no contamina el agua extraída de los pozos. Sin embargo, admiten que el uso de esa agua para bañarse o lavar ropa les ha provocado ronchas en la piel. “Parece como si tuviéramos sarna”, expresó Mónica, otra vecina del lugar.