
Pescadores de Chiquilá, en el municipio Lázaro Cárdenas, levantaron la voz de alarma ante una situación que consideran una grave amenaza para su sustento, la presunta invasión de las zonas de captura por embarcaciones provenientes de Yucatán. Según sus declaraciones, estas naves están operando a solamente siete millas de la costa, en áreas tradicionalmente reservadas para la actividad ribereña local.
La queja, que ha generado un fuerte malestar, apunta directamente a la actividad de embarcaciones que capturan pulpo, escama y langosta, recursos vitales para la economía de las familias de este puerto, los hombres del mar locales sostienen que la presencia de estas embarcaciones de media y alta altura en sus aguas, no sólo reduce significativamente sus posibilidades de producción, sino que también amenaza la sostenibilidad de los recursos marinos de la región.

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Los afectados externaron la gravedad de la situación: “Ellos son barcos de alta mar, pero ahora están pescando justo donde nosotros trabajamos. Es como si estuvieran haciendo pesca ribereña, y eso nos está afectando de manera directa, cada vez que salen nosotros regresamos con menos producto, y eso golpea a nuestras familias”, dijeron.
La problemática no es nueva. Aunque los pescadores de Chiquilá reconocen que la presencia de embarcaciones foráneas en sus aguas no está prohibida de manera explícita, sí argumentan que se deben respetar los límites y las zonas de trabajo para evitar conflictos y afectaciones a la captura local, sin embargo, la situación se ha vuelto más recurrente en las últimas temporadas, lo que ha encendido las alarmas en el puerto.
Se especula que una de las razones detrás del acercamiento de las embarcaciones yucatecas a las costas de Quintana Roo, podría ser la afectación de la marea roja en sus zonas de pesca. Este fenómeno natural que ha impactado la vida marina en las costas yucatecas, podría estar obligando a los pescadores de ese estado a buscar nuevas áreas para realizar su actividad, sin considerar las consecuencias para las comunidades locales, como Chiquilá.
Ante este panorama, el gremio local tomó una postura activa para enfrentar el problema. Hicieron un llamado a las cooperativas para que se organicen y elaboren un escrito formal que será dirigido a la Comisión Nacional de Acuacultura y Pesca (Conapesca), para solicitar la intervención de la autoridad federal y se establezcan y respeten límites claros que protejan las zonas de pesca ribereña y a los trabajadores de Chiquilá.
Además de la Conapesca, los hombres del mar solicitaron el apoyo de la Coordinación de Pesca Municipal, con la esperanza de que la autoridad local pueda mediar y encontrar una solución que garantice un equilibrio entre la actividad de todos y el respeto a las áreas de trabajo de cada comunidad.
La situación es crítica y los pescadores de Chiquilá se mantienen a la espera de una respuesta por parte de las autoridades competentes. La defensa de sus zonas de trabajo no es solo una cuestión económica, sino también una lucha por la preservación de su forma de vida y el futuro de las nuevas generaciones que dependen de la riqueza del mar.