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Yucatán

Esperanzas sin transas

Lorenzo Salas González

Hubiera deseado continuar comentando sólo asuntos referentes a educación, pero en la calle, en el súper o en otras partes, preguntan acerca de la opinión que tiene el Presidente Andrés Manuel López Obrador de determinados tópicos, de los cuales sabemos por ser clientes asiduos de las “mañaneras” y lector frecuente del POR ESTO! Algunos ejemplos: Que el Presidente está regalando dinero a los flojos o a gente sin oficio ni beneficio, lo cual hace mucho daño al erario. AMLO respondió que el dinero entregado a través de varios programas de apoyos, algunos de los cuales ya existían pero con otros nombres y en menor cuantía, son para gente que estudie, trabaje o viva sus últimos años dignamente. ¿Dónde está el problema? En que no es dinero para aumentar las cuentas bancarias de quienes les pagan a los quejosos para aparentar un descontento por el dinero que “regala” el Presidente.

Para no ir muy lejos: En Mérida, nos hemos topado con quejosos profesionales que hacen cola donde creen que serán escuchados porque lo integrantes de las filas les van a hacer segunda. En la clínica del ISSSTE, de Buenavista, mensualmente nos hemos encontrado con un vejancón como de 65 años, que con su voz fuerte y grave grita que no hay medicinas, que la atención es muy mala y es un fracaso la gestión de López Obrador.

Primero, la gente escucha en silencio y luego empieza a responder a quien miente a todas luces, porque hace por lo menos tres meses que no hay problemas de falta de medicinas y la atención es buena y respetuosa. Hay muchos doctores y doctoras jóvenes, con una gran paciencia y amabilidad. Lo mismo sucede con las enfermeras, quienes en vez de estarse metiendo en chismes, asesoran adecuadamente a los pacientes. En breve, ¡ya se nota el cambio!

Por contraste, un señor como de 60 años, detiene a quien lo quiera escuchar para quejarse ¡de los pobres expresidentes que reciben una pensión miserable! Cuando le preguntamos ¿y todo lo que se robaron?, el contratado para quejarse se alejó y se fue “a otro perro con ese hueso”.

Cuando las madres jóvenes conversan acerca de los valores que se van a enseñar en el curso escolar que hoy inicia, si se acercan a nosotros en busca de comentario, les decimos que por eso se le está dando importancia al civismo en la educación básica y a la filosofía en educación superior.

Además, que ha aumentado el número de delincuentes detenidos o abatidos, que el combate a la corrupción va en serio y hasta el fondo, que como sociedad nos está costando un alto número de vidas y que el Presidente insiste en ir a las causas y no tanto a las consecuencias, que son tan alarmantes, escandalosas y deleznables.

Lo que poco a poco la gente está entendiendo es que el modelo neoliberal es depredador, excluyente e injusto. Lo que explica Andrés Manuel en las plazas públicas es aceptado porque él une la palabra a la acción (Res, non verba, decían los antiguos latinos), lo que da congruencia a su discurso y confiabilidad a su actuación.

Lo mejor es que ha cumplido su palabra hasta en situaciones que lo colocan en disyuntivas aparentemente sin solución, cuando se trata de uno de los miembros de su gabinete o de algún amigo cercano. Digan lo que digan, la razón lo acompaña. Ahí está el caso de Carlos Urzúa, el exsecretario de Hacienda, que ya volvió a aparecer en completo silencio. A ver qué sucede. Si va a volver, deseamos que haya aprendido que AMLO encabeza una revolución pacífica y que está decidido a que el país avance sin actos de corrupción que tanto daño han hecho a la mayoría de los mexicanos. Un país que transa no avanza.

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