
Durante varios años, el municipio de Yobaín, localizado al norte de Yucatán, atrajo la atención debido a un hombre, Enrique Sierra Sosa, quien durante décadas se desempeñó como quiropráctico o huesero, como también se le conoce a la profesión. Se dice que poseía un talento inigualable, un "don de Dios" en sus manos.
De acuerdo con testimonios, el reconocido y amable sobador fue responsable de realizar curaciones milagrosas. Se dice que algunas personas acudían postradas en sillas de ruedas o en camillas, y posterior a ser atendidas retomaban la movilidad de una forma extraordinaria. Esta situación atrajo a gente no solo del estado, sino del resto del país.
En una nota del 18 de enero de 2025, José Iván Borges Castillo, corresponsal de POR ESTO!, relató que, incluso, el cantante Antonio Aguilar lo visitaba. Con él compartía la afición por los caballos y los torneos ecuestres, ya que cabe destacar, que además de sanar a las personas, como se asegura, fue un hombre que amó labrar la tierra y el trabajo con ganado.
El deceso del huesero de Yobaín
Tras haber cobrado amplia fama como sanador, el destino le tendría preparado un final irónico. Luego de desarrollar mal de Parkinson, así como otros padecimientos que complicaron su salud, Sierra Sosa falleció a la edad de 84 años. Su historia trascendió las fronteras yucatecas, e incluso se reportó que años después de su fallecimiento, la gente aún acudió en su búsqueda.