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Yucatán

Pepino de mar, de “mina de oro” a especie que lucha por sobrevivir en Yucatán

La pesca furtiva del pepino de mar en la costa de Yucatán ha puesto en peligro a la especie.

Autoridades de Pesca aseguran que hay una alentadora recuperación del pepino de mar en costas estatales
Autoridades de Pesca aseguran que hay una alentadora recuperación del pepino de mar en costas estatales / Especial

El mar que baña la Península de Yucatán guarda secretos milenarios: entre la arena, las algas y los fondos poco profundos, se oculta uno de los gremios más silenciosos del océano: el pepino de mar.

Esta criatura –de apariencia modesta, casi tímida– jugó un papel clave para la pesca en Yucatán. Hoy, sin embargo, vive una batalla no sólo por su supervivencia, sino por el equilibrio de ecosistemas y la dignidad de comunidades costeras que vieron en él una promesa de sustento.

Especialistas aseguran que el pepino de mar está “recuperando” su población en Yucatán, pero no sin cicatrices profundas. Durante varios años, la especie fue capturada sin control, lo que ocasionó que sus poblaciones disminuyeran drásticamente, poniendo en riesgo su existencia por la inconsciencia de algunos pescadores y la actividad furtiva que se vive en el litoral yucateco.

De acuerdo con la titular de la Secretaría de Pesca y Acuacultura Sustentable del Estado de Yucatán (Sepasy), Lila Frías Castillo, la pesca del pepino de mar está prohibida en el estado, debido a la depredación que se vivió en años pasados. Por ello, hizo un llamado claro a los pescadores: no se dejen llevar por la promesa de grandes pagos de proveedores que operan en el mercado negro.

La advertencia tiene fundamento: en 2013, cuando se detectó un auge de la especie en las costas centrales y orientales de Yucatán, los pescadores alcanzaron a pagar hasta 16 mil pesos por kilogramo para ganar dinero rápido, impulsados por el mercado asiático. Desde entonces, la “minería” de pepino dejó de ser oro para convertirse en alerta roja.

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Su función en el mar

El pepino de mar no es un lujo solo para platos sofisticados o para exportación: es parte del sistema que mantiene la limpieza del fondo marino. Esta criatura se alimenta de materia orgánica muerta, sedimentos y excreta partículas de arena rica en carbonato de calcio. Actúa como un reciclador del sedimento, evitando que se acumule materia que puede alterar el equilibrio de arrecifes y comunidades de vida marina. Cuando desaparece o disminuye mucho, el fondo se vuelve lodoso, triste, y otros organismos sufren la alteración. Así lo narran pescadores de Río Lagartos: “Ahora el suelo es lodoso porque no hay pepino de mar que filtre”.

Una veda que no fue suficiente

El Gobierno federal decretó una veda permanente para la pesca de las especies más explotadas de pepino de mar, en particular la Isostichopus badionotus (pepino café) y la Holothuria floridana (pepino lápiz), el 30 de marzo de 2012, luego de que los estudios documentaran una caída de hasta el 90% de algunos bancos. Este decreto implicó que la especie “no pueda ser pescada en ningún momento del año” en la Península de Yucatán. Aun así, la veda fue levantada varias veces de forma temporal durante 2013-2017, lo que diluyó su eficacia.

La situación es crítica: investigaciones señalan que en la costa noroeste de Yucatán la especie había disminuido tanto que no se recuperó luego de tres años sin pesca. Aun habiendo veda, la pesca furtiva continuó, los permisos se renovaron en ciertos casos, y el mercado ilegal prosperó.

Zonas de depredación ilegal

Diversas zonas costeras de Yucatán han sido foco del saqueo: desde Isla Arena en Campeche hasta Progreso en Yucatán, pasando por Dzilam de Bravo. Un caso reciente: en septiembre de 2025 tres personas fueron vinculadas a proceso por pesca ilegal en Dzilam de Bravo, con 171 kg de pepino de mar en veda. Especies protegidas, permisos inexistentes, básculas clandestinas y almacenamiento irregular forman parte de una cadena de criminalidad que se extiende más allá de la costa.

¿Por qué tanta presión?

La razón radica, en gran parte, en el mercado asiático –China principalmente– que paga sumas altísimas por el pepino de mar, usado en gastronomía de lujo y medicina tradicional. Los pescadores lo llamaban “mina de oro” y la combinación de alto valor, acceso fácil y fiscalización débil detonó la sobreexplotación.

La exportación ilegal, documentada por autoridades y estudios internacionales, destaca que entre 2011 y 2021 se interceptaron más de 100 toneladas de pepino de mar mexicano por rutas de contrabando.

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Las sanciones y el marco legal

En México, la pesca y transporte del pepino de mar requieren permisos específicos y facturación oficial. Así lo establece el artículo 420 del Código Penal Federal, que penaliza la extracción sin documentación. Además, la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) ha reforzado vigilancia en puertos y aeropuertos, ya que la especie está incluida en el Apéndice III de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES).

Este año, la creación de nuevas zonas refugio pesquero en Yucatán (Telchac Puerto y Chuburná) permitirá proteger al pepino de mar junto con otras especies, y colaborar con las comunidades en la vigilancia y manejo.

Esperanza de recuperación

En zonas como el refugio de Celestún, donde se creó una zona protegida que abarca 324 km², la comunidad y los científicos trabajan juntos en la restauración: cultivo de juveniles, traslados de ejemplares silvestres, instalación de refugios artificiales. Pero los resultados muestran que la recuperación será lenta: se estima que pueden pasar décadas para que los bancos vuelvan a cifras antiguas.

La clave: obtener el permiso de pesca sólo cuando se demuestre la recuperación genuina del recurso.

Lo que está en juego para Yucatán

Más allá del ecosistema, las comunidades costeras dependen de un mar sano para vivir. El pepino de mar, aunque hoy prohibido su aprovechamiento comercial, simboliza el futuro de una pesca sustentable.

Su desaparición implica efectos en cadena: fondo marino saturado, menor abundancia de otras especies comerciales, menos ingreso para pescadores.

Como advierte Lila Frías: “Lo que no queremos que pase con el pulpo maya”. Aprender de esta historia del pepino de mar es obligación si se quiere evitar que nos alcance otra tragedia marina.