Yucatán

Tras el robo de colmenas en Mérida, ambientalistas culpan a red de un posible tráfico de abejas meliponas en la Península

Dos colmenas de abejas meliponas fueron robadas en el Parque Ecológico Metropolitano del Sur “Yumtsil” de Mérida.

Alertan que el robo en el parque Yumtsil sería sólo la punta de un lío
Alertan que el robo en el parque Yumtsil sería sólo la punta de un lío / Especial

Un atraco poco común sacudió el sur de Mérida en octubre pasado y encendió las alarmas entre conservacionistas y meliponicultores: fueron robadas dos colmenas de Melipona beecheii, la abeja maya sin aguijón, del Parque Ecológico Metropolitano del Sur “Yumtsil”. Pero este no parece un robo aislado: activistas y científicos advierten que podría tratarse de una red bien organizada que opera en la península, entre Yucatán, Campeche y Quintana Roo.

El grupo afectado, La Abeja Guardiana, está formado por estudiantes, egresados y profesionales del Instituto Tecnológico de Mérida. Desde 2018, llevan a cabo en Yumtsil un proyecto para conservar la abeja melipona y mantener un banco de diversidad genética, vital para la supervivencia de la especie. La pérdida de estas colmenas no sólo representa un golpe científico, sino también un daño cultural y colectivo al patrimonio natural del estado.

El robo ocurrió entre el 22 y 23 de octubre. Según el investigador Denis Magaña Ortiz, los presuntos perpetradores usaron identidades falsas, instrumentos de inspectores ambientales y credenciales apócrifas para ingresar al parque. Se trataría de una red de tráfico: los sospechosos, afirma, podrían haber actuado ya en otros meliponarios de la península.

Puntos vulnerables

Tras la denuncia, la Fiscalía General del Estado (FGE) abrió una carpeta de investigación con el número FGE/SUR/UNADT-3020/2025. Magaña reconoce que los agentes han sido respetuosos y empáticos con los miembros de La Abeja Guardiana, quienes se sienten devastados por la pérdida: esas colmenas les permitían conectar a miles de ciudadanos –familias, niños, jóvenes– con la vida de las meliponas.

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Más allá del robo, el caso desnuda una asignatura pendiente: la infraestructura de vigilancia en Yumtsil. No hay cámaras de seguridad en muchas áreas, la iluminación es deficiente, y la presencia policial es esporádica. “Es necesario reforzar la vigilancia con patrullas permanentes y puntos de video dentro y fuera del parque”, insiste Magaña. Además, exige una línea directa ciudadana para denunciar robos o tráfico ilegal de colmenas, y que la Procuraduría Ambiental de Yucatán cuente con recursos y autonomía para actuar eficazmente.

La nueva protección legal

La diputada Manuela Cocom Bolio, quien también ha llevado el tema al Congreso local, enfatiza que este no es un problema menor: las leyes ambientales federales (como la Ley General de Vida Silvestre) y estatales (Ley de Protección al Medio Ambiente de Yucatán) establecen que conservar la biodiversidad y prevenir el tráfico ilegal de especies es responsabilidad compartida de autoridades y sociedad.

Cocom Bolio resaltó que es urgente endurecer las leyes en la entidad para frenar estos delitos, que en muchas ocasiones han dejado sin sustento a miles de familias campesinas que, con esfuerzo y largas jornadas de trabajo, han construido su patrimonio para que en cuestión de minutos les sea arrebatado por delincuentes.

Subrayó que el robo de colmenas afecta gravemente dos actividades esenciales para Yucatán: la apicultura y la meliponicultura, ambas de enorme impacto ambiental, económico y cultural.

“La sustracción o destrucción de colmenas de meliponas y de otras especies nativas constituye un daño ecológico irreversible: afecta la biodiversidad, compromete la polinización y pone en riesgo el equilibrio ambiental de nuestra región”, enfatizó.

Recordó que en el último año se han registrado dos casos que han sacudido a Yucatán y que evidencian la urgencia de aprobar este decreto; ambos han sido documentados puntualmente por Por Esto! El primero fue el mayor exterminio de abejas registrado en el estado, ocurrido en el ejido de Nohalal, en Tekax, donde un presunto empresario limonero roció indiscriminadamente grandes cantidades de fipronil, provocando la muerte de más de tres millones de abejas. La pérdida económica ascendió a unos 450 mil pesos y 400 toneladas de miel; lo más grave: alrededor de 15 familias quedaron sin sustento.

El caso más reciente, registrado apenas el mes pasado, fue el robo de dos colmenas de abejas meliponas –valuadas en 25 mil pesos cada una– en el Parque Ecológico Yumtsil, al sur de Mérida.

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“En Yucatán no habrá impunidad para quien robe, destruya o trafique colmenas, productos apícolas o herramientas esenciales para esta actividad. Tampoco para quienes utilicen herbicidas o plaguicidas de manera irresponsable, provocando la muerte masiva de abejas y afectando el patrimonio de los productores”, apuntó.

Insectos de alto valor

Pero ¿por qué duele tanto el robo de esas abejas? Porque las meliponas representan algo más que insectos. Para Yucatán, son polinizadoras nativas esenciales. Según el biólogo Isaías Dzul, estas abejas sin aguijón están entre los polinizadores más inteligentes y eficaces del trópico.

A diferencia de las abejas europeas, que sólo visitan ciertas plantas, las meliponas polinizan una diversidad muy amplia de flora silvestre y agrícola.

Su miel, además, es muy preciada: tiene propiedades medicinales tradicionales, un sabor más ácido, es menos propensa a cristalizarse y ha sido valorada por las comunidades mayas desde tiempos ancestrales. Su polen tiene incluso un contenido proteico significativamente más alto que el de las abejas europeas.

Patrimonio biocultural del estado

En el contexto económico, la meliponicultura no es una simple actividad rural: es parte del patrimonio biocultural de Yucatán. Esta práctica ancestral aporta al equilibrio de los ecosistemas y al bienestar de las comunidades. Además, su valor ambiental es inmenso: estas abejas participan en la polinización de hasta el 80% de la flora silvestre en la península.

Sumado a eso, la diputada Cocom presentó este año una iniciativa para impulsar una ley que proteja y promueva la meliponicultura en Yucatán.  Según sus palabras, proteger a la abeja melipona es proteger raíces culturales y ecosistemas.

Recompensa simbólica

La alarma que ha levantado este robo no es sólo por lo patrimonial: se teme que si no se actúa con urgencia, estas abejas podrían seguir desapareciendo por redes ilegales que las trafiquen, por la deforestación, por el uso agresivo de pesticidas o por la competencia con abejas foráneas que potencian la apicultura tradicional.

Mientras tanto, La Abeja Guardiana ha pedido el apoyo de la sociedad: ofrecen una recompensa simbólica para quien aporte información que conduzca al hallazgo de las colmenas robadas o incluso a las abejas vivas. En paralelo, ya han trasladado sus otras colmenas a un lugar más seguro, vigilado y con cámaras, para evitar que vuelvan a ser blanco de ataques.

Magaña concluye con una reflexión dolorosa pero firme: “Lo que se pierde no es sólo una colmena, sino un punto de encuentro para que la gente conozca a estas abejas, su cultura, su papel fundamental. La que pierde más es la sociedad yucateca”.

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