En un país marcado por los robos de vehículos como uno de los delitos urbanos más comunes, la Península de Yucatán muestra contrastes sorprendentes. Mientras en 2025 una entidad –Quintana Roo– concentra la mayoría de los robos de autos y motocicletas, otra –Yucatán– parece haber logrado mantener a raya ese fenómeno. El desafío, sin embargo, no vence a la vigilancia permanente.
De acuerdo con datos del más reciente informe del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (Sesnsp), Yucatán reportó apenas 29 robos de vehículos en los primeros cuatro meses de 2025. En contraste, Quintana Roo acumuló 886 casos en ese mismo periodo, y Campeche 17.
Este escenario reafirma la reputación de Yucatán como uno de los estados más seguros del país. En 2024, su tasa de robo de vehículos fue de 4.8 unidades por cada 100 mil habitantes –muy por debajo del promedio nacional–, colocándolo dentro de los primeros lugares entre las entidades menos afectadas.
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Especialistas en seguridad coinciden: mantener cifras bajas requiere decisiones consistentes. En Yucatán, los esfuerzos incluyen una expansión de la videovigilancia, patrullajes constantes y coordinación entre corporaciones estatales y municipales. En Mérida, por ejemplo —según un reciente diagnóstico local— el sistema de vigilancia se ha renovado para permitir tiempos de reacción más ágiles ante denuncias.
La Península: un mapa desigual
El contraste con Quintana Roo no puede ser más marcado. Durante los primeros cuatro meses de 2025, ese estado concentró el 95.06% de los robos de vehículos reportados en toda la península, mientras Yucatán representó apenas 3.11% y Campeche 1.29%.
Este diferencial evidencia cómo los patrones delictivos pueden variar fuertemente dentro de una misma región geográfica, dependiendo de factores como urbanización, turismo, población flotante, economía informal y densidad vehicular.
Para Campeche y Yucatán, la combinación de menor densidad urbana, menor flujo turístico intenso –comparado con zonas como Cancún o Playa del Carmen– y políticas preventivas parece funcionar hasta ahora. Pero los expertos advierten que la paz aparente no exime del riesgo: los robos podrían reactivarse si disminuye la vigilancia o aumenta la movilidad.
Tendencias recientes
En los últimos años, Yucatán ha mantenido una tendencia a la baja en denuncias por robo de vehículos. Un recuento del Sesnsp señala que en 2023, por ejemplo, el estado reportó 117 autos robados –una cifra considerablemente menor que en años anteriores– mientras que en Campeche y Quintana Roo los números se elevaban con fuerza.
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Pero los analistas advierten que la seguridad no debe asumirse como permanente. Según un recuento periodístico de 2025, en el primer semestre del año el estado volvió a registrar “robos, hurtos y otros delitos menores” cada 13 horas. Aunque no todos son de autos, muestra que la presión sobre la seguridad sigue latente.
El robo de vehículo sigue siendo considerado uno de los delitos más representativos a la hora de evaluar la violencia urbana, debido a su relativo bajo subregistro en comparación con otros crímenes.
Qué implica la baja incidencia
Para los yucatecos, la baja en robos de autos representa una ganancia en confianza: conducir, estacionar en la vía pública o dejar el vehículo en la calle ya no resulta una apuesta arriesgada como en otros estados. Pero esa tranquilidad tiene un costo que requiere mantenimiento: vigilancia continua, inversión en cámaras, patrullaje y colaboración ciudadana.
Además, aunque los números de robo de autos son bajos, otros delitos –hurtos, robos a comercio, amenazas, fraudes– vienen al alza, según reportes locales. Esto obliga a no bajar la guardia: la seguridad debe ser integral, no selectiva.
Por otro lado, el contraste con Quintana Roo –con cifras dramáticas de robos– advierte sobre la fragilidad de la península: basta un cambio de condiciones (como auge turístico, migraciones, flujo vehicular) para alterar el mapa delictivo en la región.
