Yucatán

Revelan el origen del ecocidio en Nohalal: Fipronil, un insecticida altamente tóxico, exterminó a millones de abejas

El Colegio de la Frontera Sur realizó las investigaciones para determinar la causa de muerte de millones de abejas en Nohalal.
El fipronil, altamente peligroso, arrasó con la apicultura en el ejido Nohalal de Tekax, confirma Ecosur / Roger Euán

La causa ya tiene nombre. El fipronil, un insecticida clasificado como Plaguicida Altamente Peligroso (PAP), fue el agente tóxico que exterminó a más de tres millones de abejas en el pequeño ejido de Nohalal, al sur de Yucatán. Así lo confirmó el informe final del Colegio de la Frontera Sur (Ecosur), que revela con precisión científica lo que para los apicultores de la región fue una pesadilla anticipada.

Los datos duelen: 300 colmenas destruidas, más de 10 apiarios arrasados y pérdidas económicas que superan los 465 mil pesos. La miel, sustento de generaciones mayas en esta zona, desapareció en cuestión de horas desde aquel 10 de mayo. Lo que parecía una fumigación más en una parcela de limón, terminó siendo un ecocidio.

El análisis toxicológico realizado por Ecosur no deja dudas. Las muestras recogidas en tres apiarios arrojaron residuos de fipronil en concentraciones que superan ampliamente la dosis letal para los polinizadores. La parcela señalada, ubicada a menos de un kilómetro de los apiarios afectados, pertenece al vecino ejido de San Rufino, aunque la responsabilidad legal aún debe determinarse.

Los apicultores afectados señalan directamente de la fumigación a personal de una empresa denominada Granos y Vegetales de Yucatán S.P.R. de R.L. de C.V., a la que acusan del uso de drones para espacrir la sustancia mortífera, en el ejido vecino de San Rufino.  Según los registros, Luis Alejandro Cuauhtémoc es el administrador y Sergio Villa, uno de los socios de esa empresa fundada en 2013, en el km 1.4 de la carretera Nohalal-Mesatunich, municipio de Tekax. Se dedica al cultivo del limón persa, que es vendido en  mercados nacionales y extranjeros. Los apilcultores afirman que los inversionistas son de Jalisco.

Minneth Medina García, directora de la Junta Intermunicipal Biocultural del Puuc (Jibiopuuc), explicó que los apicultores han decidido acudir a instancias legales con el acompañamiento de expertos, para exigir justicia y reparación del daño. “Se perdió no sólo la miel, el trabajo de años, el sustento de muchas familias, y un fragmento del equilibrio ambiental del sur de Yucatán”, expresó en entrevista con POR ESTO!

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La magnitud del desastre

El fipronil no sólo es tóxico para las abejas melíferas, también representa un riesgo para las abejas nativas, como la melipona (xunan kab’), y otros polinizadores que habitan los bosques y cultivos del sur del estado. Por eso, el impacto va más allá de las colmenas: incluye una pérdida significativa en la biodiversidad, el colapso temporal de servicios ambientales y la amenaza latente de contaminación del agua y afectaciones a la salud humana.

La intoxicación de los insectos representa la pérdida de al menos 495 días de empleo rural y una disminución proyectada del 30% en la producción anual de miel en Tekax, municipio que aporta 478.70 toneladas del dulce al año, con valor de más de 12 millones de pesos. El golpe es severo para toda la economía agrícola regional, ya que al menos el 80% de los cultivos de Tekax —entre ellos el limón, toronja, mango, chile verde y jitomate— dependen en distinto grado de la polinización.

La Semarnat estima que sólo el valor del servicio ambiental de polinización en Tekax asciende a 276.9 millones de pesos. La mortandad masiva ha puesto en riesgo ese delicado engranaje ecológico.

Más allá del caso Nohalal

La tragedia de Nohalal es sólo la punta del iceberg. La Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) reconoció recientemente que ya se investigan los efectos del uso de plaguicidas como el fipronil en todo el Sureste mexicano, en especial en zonas donde habitan especies nativas de abejas. La alerta no es sólo ambiental, también es cultural y económica.

“Estamos viendo las consecuencias de un modelo agrícola que ignora la riqueza natural y cultural de nuestra región”, advirtió la titular de Semarnat, Alicia Bárcena. Señaló que la expansión de cultivos agresivos, como los transgénicos, y el uso indiscriminado de agroquímicos han puesto en jaque al ecosistema peninsular, en donde habitan al menos 233 especies de abejas nativas.

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En el sur de Yucatán, donde pueblos mayas han mantenido la apicultura como parte de su identidad, las consecuencias de esta catástrofe ambiental se sienten en cada hogar que perdió sus colmenas. “Esto no fue un accidente. Fue una negligencia criminal”, aseguran los apicultores, que ya preparan denuncias para que los responsables enfrenten las consecuencias.

¿Y ahora qué?

El informe de Ecosur cierra con una advertencia: aunque sólo se analizaron tres muestras, más apiarios fueron afectados después del 11 de mayo, y todo indica que sufrieron el mismo destino. Además, se recomienda evaluar fuentes de agua cercanas y posibles daños a la salud de la población, ya que el fipronil es también perjudicial para mamíferos, peces y aves.

Mientras tanto, los colmenares de Nohalal están vacíos, las flores sin zumbido y la producción detenida. Pero el coraje y la dignidad de los apicultores se mantiene. “Vamos a luchar por nuestras abejas, por nuestras tierras y por nuestras vidas”, afirmaron durante una reunión comunitaria.