
Aunque el Ayuntamiento de Tekax financió los estudios científicos para esclarecer el ecocidio de más de tres millones de abejas en el ejido de Nohalal, apicultores afectados aseguran que el respaldo institucional ha sido más simbólico que efectivo.
“Nos dijeron que están pendientes, pero hasta ahora no hemos recibido otra clase de ayuda”, señaló María Gómez Barrera, apicultora y jefa de familia en la comunidad, quien lamentó la falta de acciones concretas de la autoridad municipal. “Sólo vinieron a decir que siguen al tanto, pero lo que necesitamos es respaldo real”, agregó en entrevista con POR ESTO!

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Personal de la Profepa y la Secretaría de Desarrollo Rural (Seder) ha visitado la zona para orientar y capacitar a los apicultores sobre cómo proceder legalmente, una vez que se conozca el nombre exacto del químico responsable del exterminio de más de 300 colmenas. Según versiones locales, el veneno habría sido aplicado en una parcela de limón, ubicada a menos de 500 metros de los apiarios.
POR ESTO! ha documentado ampliamente este desastre ambiental, que no sólo afectó a las abejas, sino también a otras especies polinizadoras, poniendo en riesgo la biodiversidad local y la economía de varias familias que dependen de la apicultura.
María Gómez reconoció el acercamiento de instancias federales y estatales, como la Profepa, la Seder, la diputada Manuela Cocom Bolio y organizaciones como Jibiopuuc, que han acompañado a la comunidad y dado visibilidad al caso. También destacó la labor del Colegio de la Frontera Sur (Ecosur), cuyos especialistas aún analizan las muestras del tóxico que se utilizó.

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“Gracias a ellos el caso se ha difundido. Pero aquí seguimos sin miel, sin ingresos, y esperando respuestas”, lamentó la apicultora.
La comunidad de Nohalal reitera su llamado al Ayuntamiento de Tekax: más allá de financiar estudios o enviar comisiones de seguimiento, urge un plan de apoyo integral para las familias afectadas y medidas que garanticen la no repetición de estos hechos. La muerte de las abejas no es sólo una pérdida económica: es un síntoma alarmante del desequilibrio ambiental que avanza silenciosamente.