
En el corazón del pueblo de Seyé, la fe, la tradición y la historia se entrelazan, cuando los pobladores rinden homenaje a San Bartolomé Apóstol, su patrono, con una esperada festividad cargada de simbolismo y fervor popular.
No se trata de una devoción cualquiera: una antigua leyenda, transmitida a lo largo de las generaciones, afirma que el propio santo eligió quedarse en esta comunidad y no en otra.
La historia que los abuelos y custodios de la memoria local han preservado cuenta que la imagen de San Bartolomé iba de paso, junto con la de San Pedro, con destino final en el convento de Homún.
Ambas figuras eran transportadas por frailes franciscanos en su misión evangelizadora por los pueblos de doctrina de Yucatán.
Sin embargo, una fuerte lluvia obligó a los religiosos a detener su camino en la humilde capilla de Seyé, donde pasaron la noche.
Fue al amanecer que ocurrió lo inesperado. La imagen de San Pedro pudo ser levantada con suma facilidad, pero la de San Bartolomé se tornó inexplicablemente bastante pesada. Por más intentos, no lograron moverla.
Los frailes, entendiendo este acto como una señal divina, decidieron dejar la imagen en Seyé. Así nació una devoción particular que se mantiene viva hasta hoy.
“Muchas son las leyendas y milagros atribuidos a la intercesión de San Bartolomé”, manifestó Francisco Cristino Zapata Reyes, conocedor de la historia local.
“Esa leyenda refleja el sentir de un pueblo que se reconoce protegido por su santo patrono”, añadió.
De acuerdo con los registros históricos, San Bartolomé fue declarado patrono de la comunidad por los frailes franciscanos desde mediados del siglo XVI.
En 1681, el cronista franciscano Fray Diego López de Cogolludo ya lo menciona como tal en sus escritos, lo que reafirma la antigüedad de esta veneración.
En la actualidad, los días previos al 24 de agosto son de intensa preparación. Actores y promotores culturales del pueblo resaltan cómo se vive una verdadera explosión devocional.
Altares adornados, velas, flores y rezos forman parte del ambiente que se respira en las calles.

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La misa solemne en honor al apóstol se celebra a las 10:00 horas en la iglesia parroquial, tras lo cual comienza la tradicional procesión por las calles del pueblo, donde cientos de feligreses y visitantes, tanto locales como foráneos, se suman a esta romería para rendir homenaje al santo patrono que, según la leyenda, hizo de Seyé su hogar elegido.
La procesión no es sólo un acto litúrgico: es una expresión colectiva de identidad, una reafirmación del vínculo entre el pueblo y su historia, un gesto de gratitud hacia un protector que, se cree, sigue intercediendo por su comunidad.
La venerada imagen de San Bartolomé no es únicamente una escultura antigua, explicó uno de los organizadores de la fiesta. “Representa la fe viva del pueblo de Seyé”, subrayó. “Él se quedó con nosotros y nosotros seguimos caminando con él”, subrayó.
Pasaron siglos desde aquella noche lluviosa, pero la memoria sigue fresca. Y cada 24 de agosto, Seyé se convierte en testigo de una historia de amor sagrado entre un pueblo y su patrono, aquel que se hizo pesado para no irse, quien decidió quedarse y cuidar a los suyos desde su altar.