
La población de Yucatán alcanzó los 2 millones 498 mil 676 habitantes durante el primer semestre de 2025, de acuerdo con estimaciones del Consejo Nacional de Población (Conapo), basadas en proyecciones del Inegi. Este crecimiento, que suma casi 100 mil personas al año desde el Censo de 2020, refleja un dinamismo sostenido en el estado.
Sin embargo, a la par del incremento demográfico emergen desafíos sociales cada vez más complejos, entre ellos el embarazo adolescente, que se ha convertido en una de las problemáticas más urgentes y delicadas para las autoridades y las comunidades.

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Yucatán avanza en la lucha contra la pobreza, pero el 3% de la población sigue con carencias extremas, sin vivienda, alimentos y educación
El crecimiento poblacional mantiene un equilibrio cercano entre mujeres y hombres, con 50.8% de la población femenina y 49.2% masculina. No obstante, las cifras ocultan realidades que golpean especialmente a niñas y adolescentes.
Luis Jesús Manzanero Villanueva, director del Consejo Estatal de Población (Coespo), señaló que el embarazo en menores de edad en Yucatán se mantiene por encima de la media nacional y representa un problema que va más allá de la estadística. “No hablamos solo de números. Hablamos de niñas que dejan la escuela para criar a otros niños, de vidas interrumpidas y oportunidades que se pierden,” expresó.
Aumento sostenido
Durante 2023 se registraron 1,570 nacimientos en menores de entre 12 y 17 años, incluidos casos extremos de niñas de 11 años de edad. Esto representó el 5.9% del total de nacimientos en el estado, un aumento respecto al 5.5% registrado en 2022. La problemática se concentra en ciertos municipios, donde los porcentajes de embarazos adolescentes no planeados son especialmente altos.
En Kanasín, por ejemplo,el 13.2% de los embarazos adolescentes no fueron deseados; en Progreso, el 11% de las jóvenes de 10 a 14 años tuvo un embarazo no planificado, y en Tizimín, la proporción llegó al 7.8%. Otros municipios con incidencia significativa son Halachó, Chemax y Umán. Estas cifras reflejan situaciones de vulnerabilidad que incluyen abandono escolar, pobreza heredada, violencia sexual y falta de oportunidades.
El gobierno del estado ha respondido con el Programa Especial para la Prevención del Embarazo en la Adolescencia (PEA), implementado desde hace dos años. Hasta junio de 2025, el programa ha realizado 13 eventos masivos, 21 talleres y 71 cursos presenciales enfocados en salud sexual, prevención de infecciones de transmisión sexual y derechos reproductivos.
Sin embargo, expertos en el tema advierten que las acciones aún no alcanzan con la misma intensidad a todas las comunidades, especialmente a aquellas más alejadas o con menor acceso a información y servicios.
Servicios a prueba
El crecimiento poblacional también se refleja en la concentración urbana, que genera presión sobre servicios públicos esenciales. Mérida ya supera el millón 395 mil habitantes, mientras que Kanasín alberga más de 171 mil y Valladolid ronda los 110 mil. Esta expansión pone a prueba la capacidad de la salud, la educación, la vivienda y el transporte, y aumenta la vulnerabilidad de niñas y adolescentes que viven en contextos de escasez de recursos y oportunidades.
Las cifras, por sí solas, no cuentan la historia completa. Cada embarazo adolescente es un testimonio de vidas que enfrentan restricciones y retos que podrían haberse evitado con mayor acompañamiento familiar, comunitario y estatal.
Manzanero subraya que conocer la cantidad de habitantes no basta: “Debemos preguntarnos cómo estamos viviendo y qué oportunidades estamos generando para las niñas, jóvenes y mujeres”, señaló, insistiendo en la necesidad de establecer políticas públicas que no sólo contabilicen nacimientos, sino que también protejan el futuro de quienes aún están construyendo su proyecto de vida.
Retos a futuro
El reto es doble: atender a la creciente población urbana y garantizar que las generaciones más jóvenes, especialmente las mujeres adolescentes, cuenten con información, apoyo y oportunidades que les permitan tomar decisiones sobre su cuerpo, su educación y su futuro. El crecimiento poblacional, cuando no se acompaña de políticas inclusivas y preventivas, se traduce en un escenario donde los más vulnerables pagan un alto precio, perpetuando ciclos de desigualdad y limitando el desarrollo social del estado.
En este contexto, Yucatán enfrenta un desafío ineludible: transformar los datos demográficos en acciones concretas que protejan a las niñas y adolescentes, fortalezcan la educación y amplíen las oportunidades de desarrollo, de manera que el crecimiento de la población no sea solo un número, sino una base para construir comunidades más equitativas, saludables y con futuro.