
La industria de los drones comienza a despegar con fuerza en Yucatán, particularmente en el sector de las grandes producciones audiovisuales, espectáculos y eventos masivos, aunque enfrenta un reto significativo: la escasa cantidad de pilotos certificados en la entidad. A pesar del creciente interés por esta tecnología, obtener una licencia profesional de vuelo representa una inversión considerable que ronda los 40 mil pesos, lo que limita el número de operadores legales en el estado.
En el marco de la Semana de la Ingeniería en la Universidad Politécnica de Yucatán (UPY), el ingeniero en mecatrónica Armando Miguel Frías González impartió un taller de introducción al vuelo FPV (First Person View), una modalidad de drones que ha comenzado a ganar atención entre los entusiastas y profesionales del ramo. A diferencia de los drones comerciales estabilizados, los FPV son controlados manualmente por el piloto en cada uno de sus ejes (X, Y, Z), sin sensores de apoyo. “El único sensor eres tú y tus ojos”, explicó Frías, al destacar que esta tecnología requiere habilidades avanzadas y conocimiento técnico, pero también ofrece una experiencia más inmersiva y personalizada.

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Los drones FPV son utilizados principalmente en producciones de alta exigencia, como grabaciones de conciertos, carreras, espectáculos de luces y sesiones fotográficas aéreas que anteriormente requerían de helicópteros. “El uso de drones ha revolucionado completamente la forma de hacer tomas aéreas. Antes se necesitaba un piloto de helicóptero y un camarógrafo; ahora se puede lograr algo similar con un dron de 10 mil pesos, claro, siempre y cuando se utilice con responsabilidad”, señaló.
No es un juego
No obstante, este auge ha traído consigo una importante advertencia: volar un dron no es un juego. Las normativas mexicanas obligan a contar con licencias, seguros y permisos específicos, especialmente cuando se trata de drones de más de 2 kilos, o de vuelos en zonas restringidas como playas, manglares y sitios arqueológicos.
“En zonas como Chichén Itzá, volar un dron sin permiso del INAH es ilegal. El hecho de que se pueda hacer no significa que debas hacerlo”, subrayó el ingeniero, quien también advirtió del riesgo de multas o decomisos por parte de las autoridades competentes.
Frías recordó que en Yucatán pocos operadores cuentan con licencias federales. Uno de los pocos casos es el equipo de GL Dron, encabezado por Manuel Novelo, quienes han logrado reconocimiento por organizar espectáculos de drones. En sus presentaciones, el piloto principal, encargado de controlar el “cerebro” del sistema, debe contar con licencia profesional emitida por la Agencia Federal de Aviación Civil (AFAC).
El costo de estas licencias profesionales, según estimaciones de GL Dron, oscila entre los 40 y 50 mil pesos, dependiendo del tipo de dron a operar (entre 2 y 25 kilos de peso). Esta barrera económica ha frenado la profesionalización del sector local, aunque talleres como el que ofrece la UPY buscan democratizar el acceso al conocimiento técnico desde etapas tempranas, incluso para personas fuera del ámbito de la ingeniería.
“La intención del taller es que cualquier persona —sea abogado, dentista o aficionado— pueda iniciarse en este mundo. Empezamos desde lo básico, pero también tocamos temas como normatividad, configuración de drones, tipos de vuelo y simulaciones”, detalló Frías González. Durante la semana, los asistentes aprendieron a construir drones, configurar componentes, y al final del curso, incluso correrán en una pista diseñada para prácticas FPV al interior del campus.