
Septiembre de 2025 se convirtió en uno de los meses más mortales en las calles y carreteras de Yucatán. Treinta y una personas perdieron la vida en siniestros viales, igualando la cifra de julio, lo que hace de ambos meses los más fatales del año. Con este saldo, el estado suma ya 216 fallecimientos en el lugar del accidente, aunque los especialistas advierten que la cifra real podría superar los 250 al considerar a quienes mueren después en hospitales o durante los traslados.
El ingeniero de tránsito y auditor en seguridad vial, René Flores Ayora, lo resume con crudeza: septiembre fue crítico, con un incremento del 29 por ciento respecto al mismo mes del año pasado, cuando se registraron 24 muertes.
Los más vulnerables
El rostro de la tragedia vial en Yucatán tiene nombre: motociclistas. Más de la mitad de las víctimas, 123 en total, viajaban en moto al momento del siniestro. El resto del saldo lo completan 30 choferes, 33 acompañantes, 13 ciclistas y 17 peatones.
Sólo en septiembre se contabilizaron 14 motociclistas fallecidos, junto con dos conductores, 14 acompañantes y un peatón. Estos números reafirman que los usuarios más expuestos de la vía pública son quienes terminan pagando con su vida la falta de cultura vial.
El accidente que sacudió al estado
El 13 de septiembre, un choque múltiple en la carretera Mérida-Campeche sacudió a la entidad. Una camioneta de transporte de pasajeros perdió el control, colisionó y se incendió: 16 personas murieron, la mayoría originarias de Calkiní. La magnitud del accidente, ocurrido en el kilómetro 127, puso en evidencia la fragilidad de la movilidad carretera y la suma de factores que pueden convertir un viaje cotidiano en una tragedia colectiva.
Historias detrás de las cifras
Detrás de cada número hay un vacío. Carmen, en un pueblo del interior del estado, esperaba a su esposo que nunca regresó. Un joven repartidor salió en su motocicleta con la encomienda de entregar comida y jamás volvió a casa. En cada hogar, la pérdida no sólo se mide en lágrimas: también significa ausencia de ingresos, deudas médicas, hijos que quedan huérfanos y padres que deben enterrar a sus hijos.
Como advierte Flores Ayora, los accidentes viales no sólo afectan a los directamente involucrados: las familias y comunidades enteras cargan con sus consecuencias.
Las causas de la tragedia
Los especialistas insisten: la mayoría de los siniestros son evitables. Entre los principales factores destacan el exceso de velocidad, el consumo de alcohol al volante, las distracciones por el celular, la falta de uso de casco o cinturón y las deficiencias en la infraestructura vial, como carreteras sin iluminación o con señalización insuficiente.
A este panorama se suma un dato contundente: el parque vehicular en Yucatán creció en apenas un año un 6.58 por ciento, pasando de poco más de un millón de unidades a más de 1.1 millones en circulación. Más autos, más motos, más tráfico… y más riesgo.
Lesionados en aumento
En comparación con el resto del país, Yucatán tiene una de las tasas más bajas de muertes viales, con 0.8 por cada 100 mil habitantes, muy por debajo del promedio nacional de 11.4. Sin embargo, el estado se ubica entre los cinco con más lesionados por accidentes de tránsito, lo que refleja una paradoja: se sobrevive más, pero con secuelas graves y costosas.
Las estadísticas también muestran que la mayor parte de los siniestros fatales ocurre en un mismo rango horario: entre las siete de la noche y la medianoche, cuando se combinan cansancio, oscuridad, alcohol y prisas.

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Mérida, ciudad bajo presión
En la capital, aunque los accidentes suelen ser menos letales que en carretera, ocurren todos los días. Las motos y bicicletas conviven con automóviles y transporte público en calles que, con frecuencia, se saturan. Aunque en 2024 se reportó una reducción del 41 por ciento en accidentes respecto al año anterior, los números siguen siendo preocupantes y las escenas de choques, caídas o atropellos forman parte de la cotidianidad urbana.
Lo que falta por hacer
La prevención es la palabra clave. Especialistas sugieren campañas permanentes de educación vial, controles más estrictos como alcoholímetros y radares, mejoras en la infraestructura, aplicación rigurosa del reglamento y mejor atención prehospitalaria para los heridos graves.
En el ámbito internacional, programas como la Estrategia Misión Cero, iniciatva que busca eliminar riesgos viales mediante rediseño urbano y políticas públicas basadas en evidencia, sirven de inspiración para plantear un cambio de fondo en Yucatán.
Una responsabilidad compartida
Al final, la seguridad vial no es tarea exclusiva de las autoridades. Cada conductor, cada peatón y cada pasajero tiene la capacidad de hacer la diferencia. Usar casco certificado, respetar los límites de velocidad, evitar el celular al manejar y conducir sobrio son decisiones simples que salvan vidas.
“Cada uno de nosotros puede contribuir a reducir estos números trágicos”, advierte Flores Ayora. Porque más allá de las estadísticas, se trata de un pacto colectivo: salvar vidas y evitar que cada mes de nuestro calendario se convierta en otro septiembre de tragedia.