
Alfareros de la comunidad de Tepakán ya están ofertando sus objetos de barro en vísperas del Día de los Muertos y se posicionan frente al mercado municipal José del Carmen Ortegón, de esta ciudad de Hecelchakán. Variedad de silbatos, candeleros, incensarios y floreros para vender, dijo la artesana Herlinda Cen Chi, quien señaló que arriba a diario a la Sabana del Descanso, mientras sus demás familiares venden en Calkiní, Dzitbalché y hasta Pomuch.
Los objetos de barro, como los silbatos, fueron lo primero que se agotaron en este día. Los más buscados fueron los silbatos de capibara, además de otras presentaciones como pavos, conejos, cotorros, patitos, jirafas, entre otros. Cada uno tiene un costo de 25 pesos. Los incensarios se ofrecen a 20 pesos, y la próxima semana se traerán candeleros que apenas se están horneando, dijo la artesana. Luego se deben pintar de blanco y, para finalizar, aplicar un tono de color de acuerdo a la figura prefabricada.
La joven alfarera dijo ser parte de una familia numerosa o de una dinastía, y mencionó a su abuelo, el longevo Fidelio Can Ceh, de 105 años de edad, quien ya no puede caminar por su vejez, pero dejó una gran herencia y práctica ancestral. Hijos, nietos y bisnietos siguen este oficio, que florece en esta época de los fieles difuntos, cuando muchos compran objetos para la celebración de los muertos y niños recorren las calles con sus silbatos, anunciando la proximidad de los Pixanes.

Explicó que la elaboración de silbatos requiere creatividad y actualización. Antes solo se hacían silbatos de pajaritos, pero ahora hay una variedad de figuras televisivas, que es lo que les gusta a los menores de edad. No se debe olvidar, dijo, que es una tradición que se lleva a efecto. Su abuelo relataba que antes se dedicaba a fabricar cántaros, floreros y tinajas para conservar agua, que se llevaban a vender hasta en Campeche, y que hoy se siguen trabajando sobre pedido.
La venta es buena, dijo la artesana, quien explicó que la materia prima o barro se busca en las cuevas profundas de la comunidad, lo cual representa un peligro. Recordó que años atrás uno de los bancos de sascab se desplomó, sepultando a uno de sus primos, nieto de don Fidelio Can, quien al ver a su nieto muerto decayó demasiado y hasta la fecha enfermó. Ahora, solo los hijos realizan todo tipo de artesanía para vender en esta época de los Pixanes.
JGH