
La deforestación de 2 mil 600 hectáreas de selva en la Península de Yucatán, causada principalmente por las poblaciones menonitas, representa una grave amenaza que podría ser irreversible, afirmó el doctor Yuri Peña Ramírez, investigador del Colegio de la Frontera Sur (Ecosur). Este proceso está agravando fenómenos asociados al cambio climático, como la sequía extrema, inundaciones y la aparición de nuevas plagas y enfermedades virales.
Peña Ramírez, a título personal, alertó sobre la gravedad de la deforestación, especialmente en la Península de Yucatán, una de las regiones más afectadas del país y del mundo en cuanto a pérdida de bosques. Lamentó que cada año se pierdan alrededor de dos millones de hectáreas de bosques en México, lo que representa una tasa de deforestación alarmante.
“Se pierde una cantidad impresionante de hectáreas cada año, esta tasa de deforestación es tremenda y afecta profundamente al ecosistema”, expresó el investigador. Además, enfatizó que la pérdida de árboles no solo significa desaparecer la flora, sino que también implica la pérdida de las “fábricas de agua y nubes”.
Recordó que los árboles son esenciales para la lluvia, por lo que su ausencia desencadena sequías que afectan tanto la agricultura como el acceso al agua potable para las personas y animales.
Peña Ramírez señaló que, aunque algunas zonas podrían experimentar una reconversión parcial de su cobertura vegetal, reemplazar un bosque completo por tierras de cultivo es una violación grave de la ley. “El cambio total de un bosque a terrenos de cultivo es una infracción y una práctica sumamente dañina”, advirtió.
Lo más alarmante, agregó, es que la selva destruida no se puede recuperar fácilmente. Los programas de reforestación se limitan a unos pocos tipos de especies, mientras que las selvas naturales cuentan con alrededor de 700 especies diferentes de árboles.
“Recuperar la biodiversidad de un ecosistema tan complejo es prácticamente imposible. México, y especialmente Campeche, tiene pocos remanentes de bosques naturales, y perder esas zonas es algo verdaderamente terrible”, subrayó.

Por último, el investigador destacó que la deforestación no solo impacta el clima, sino que también exacerba los problemas relacionados con el cambio climático. La desaparición de los bosques elimina los “reguladores naturales” que controlan plagas y enfermedades.
Peña Ramírez explicó que los animales, como los murciélagos y los pájaros, juegan un papel crucial en controlar plagas, como los mosquitos que transmiten el dengue y el gusano barrenador. Al destruir el bosque, se elimina este sistema de control natural, lo que desencadena brotes de plagas y pandemias que afectan tanto a la salud pública como al medio ambiente.
“La eliminación de los bosques desata problemas muy graves, como pandemias y plagas. Estamos alterando el equilibrio de la naturaleza de manera irreversible”, concluyó el doctor Peña Ramírez.