Por Ivi May Dzib
Ficciones de un escribidor
III
ELLA: Siempre me acuerdo de un cuento, que habla de un Dios que le tenía miedo a sus hijos, porque podían derrocarlo, robar su trono, en ese momento pude entender que el hombre nació siendo egoísta, entonces el Dios, después de pensar todo esto, evitó a toda costa que vivieran, ¿saben qué hizo? Se los comió apenas nacieron, no le importó el sufrimiento de su esposa, no le importó saber si ella los quería o no, pero como quiero que estemos claros, debo decir que no se puede negar que hay un amor innato hacia los hijos, tenemos en claro que la madre sí los quería, aunque algunos creen que la madre, que también es la esposa, es cómplice por soportar las decisiones del marido sin decidirse a hacer algo. Entonces pasó lo que tenía que pasar, la mujer tomó cartas en el asunto y decidió hacer algo. Esta decisión fue de las más importantes, y la más sana si quieren saber mi opinión: se los dejó de dar para comer y así asunto solucionado. Pero no crean que fue así nada más, como que por casualidad llegó la solución, no, lo planeó todo, encontró la forma de engañarlo. Cada vez que un hijo nacía, la mujer se lo daba al Dios y este lo devoraba, había nacido un hijo que no sería comido, que viviría para garantizar que los temores del padre se cumplieran, y mostrar que no puedes permanecer en el confort del mundo para siempre, sobre todo cuando algo grave se está preparando contra ti. Es posible que un hijo nazca y no intente destronarte, esas cosas se construyen. Tanto rencor del padre Dios hacia unas criaturas que no conocía siquiera, hizo que sus hijos le guardaran el mismo rencor y que entonces solo pensaran en la venganza. Y digo los hijos, porque los problemas no llegan solos; el hijo que sobrevivió arremetió contra el padre y lo obligó a vomitar a los hijos comidos, y estos revivieron, si es que no dejaron nunca de vivir, aunque, pensándolo bien, seguramente permanecieron vivos, sino cómo es que acumularon tanto odio; y fueron los hijos los que se encargaron de humillar al padre. La madre le había dado de comer al padre una piedra en vez de al hijo, eso hizo que el Dios fuera engañado. Cuando escuché por primera vez este cuento tuve muchas preguntas, pero la que más me angustiaba era la de si un padre no puede distinguir el sabor de sus hijos, cómo es posible que no se haya dado cuenta de que le dieron de comer una piedra, porque si un padre no puede distinguir el sabor de sus hijos, solo es capaz de hacerle daño. A veces pienso que los dioses deberían de castrarse y evitarían complicaciones, pero me dicen que pensar eso es malo. Un dios es castigado, ¿un hombre también lo es? Es cierto que algunos no deberían de tener hijos, también es cierto que otros deberían de hacerlo, lo único seguro es que desde el principio los dioses confabularon contra todas nosotras. Porque esa mujer, esposa del Dios era una Diosa, pero nadie habla de ellas lo suficiente, se les pierde el respeto y como no lo hay viene lo otro, la humillación, el ser doblegada a toda costa… y así con los cuentos que me aprendí de niña.
Continuará.