Luis Carlos Coto Mederos
Jesús Orta RuizXV892 Herencia
Siempre a mis alrededores
las palmas crecer me vieron:
nodrizas que me ofrecieron
las nanas de sus rumores.
Las amé con los amores
más raigales de mi ser;
y por nacer y crecer
en su dulce compañía,
tengo la melancolía,
de ellas al anochecer.
893Aguinaldos
Tarde azul. Recién llegado
el suave sol del invierno,
se viste de un blanco tierno
el alambre del cercado.
sonríen a todo el prado
los aguinaldos en flor;
abejas van por dulzor;
por amor va una pareja
y un beso –también abeja–
liba la miel del amor.
894Libélulas
Llueve, escampa, ríe el cielo
y entre el río y el establo
los caballitos del diablo*
trazan sus líneas de vuelo.
Sus alas de terciopelo
puntean la claridad
y yo imagino en mi edad
de chiringas y cometas,
una flota de avionetas
hechas de sol y humedad.
* Caballitos del diablo: libélulas en Cuba.
895Abuela
Ceiba –columna del viento–,
sobre tus gruesas raíces
caminantes infelices
tomaban sombra y asiento.
A la leyenda y al cuento
diste tus brujos encantos,
refugio de los quebrantos
de una virgen perseguida
y abuela que dio a mi vida
la merienda de los santos.
896Fiesta brava
Banderillero del día
se pone el verano un traje
de luces, y mi paisaje
se viste de Andalucía.
Yo, niño en la gradería,
coreo un ¡olé! que truena,
cuando el ruedo –luna llena
vestida de plata y oro–
deslumbra con negro toro,
roja capa y blanca arena.
897Por el aire
Blanco caminito abierto
entre la crecida malva,
de ti salí con el alba
hacia un horizonte incierto.
En mi andar he descubierto
más de una avenida hermosa
con pino, laurel y rosa;
pero nunca me sentí
tan del aire como en ti
detrás de una mariposa.
898Aparición
Jigüe: criatura enana
de negra y larga melena,
niño-pez de una sirena
amerindia o africana.
Te busqué con ansia vana
de mi río en las orillas
entre tantas maravillas
que inventaba el padre mío,
y ahora te veo en el río
turbio de mis pesadillas.
899 Orillas
Oliente a pez, con un sueño
más allá de la ribera,
se alza la ilusión pesquera
de un pueblecito costeño.
El mar bajo un sol trigueño
es un chispear de cristales,
mientras allá en los portales
toman un color de olvido
las lonas que se han batido
con brisas y vendavales.