
En lo que va de 2025, al menos 183 mujeres, de entre 10 y 24 años, fueron reportadas como desaparecidas en Quintana Roo, lo que representa 26 al mes, en promedio, y el 26.4 por ciento del total de 692 personas en la entidad. Esta cifra pone en evidencia una realidad alarmante: más de una de cada cuatro no ubicadas en el estado es una mujer joven o menor de edad, de acuerdo con la Comisión Nacional de Búsqueda.
El grupo más afectado es el de adolescentes, de 15 a 19 años, con 102 casos registrados. Le siguen las niñas, 10 a 14 años, con 60 reportes, y las jóvenes, 20 a 24, con 21 eventos, por lo que las desapariciones golpean con mayor fuerza a estudiantes, menores de edad y mujeres en plena etapa formativa o productiva. Del total, 73 fueron localizadas.

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Durante un sondeo realizado en el centro de Cancún, varias féminas expresaron que caminar solas se ha vuelto una fuente de angustia. Algunas señalaron que no se sienten seguras ni siquiera durante el día, mientras que otras dijeron que prefieren compartir su ubicación en tiempo real con familiares por miedo a no regresar a casa. Una madre joven expresó que no es el tipo de vida que desea para sus hijas, pues siente que están creciendo en un entorno marcado por el miedo y la incertidumbre.
La percepción de inseguridad ha escalado entre mujeres de todas las edades, quienes afirmaron que la violencia y las desapariciones no son hechos aislados, sino parte de una crisis sostenida. Coincidieron en que las autoridades parecen rebasadas por la magnitud del problema, y que los operativos y programas de prevención son escasos o ineficientes.

Quienes han vivido situaciones de acoso, persecución o intento de privación de la libertad aseguraron que las denuncias no siempre son tomadas con seriedad por los cuerpos policiacos. Algunas afirmaron que al acudir a solicitar ayuda, han recibido comentarios que minimizan su experiencia o les exigen pruebas para iniciar una carpeta de investigación.
En redes sociales surgen múltiples alertas ciudadanas y llamados de emergencia que muestran cómo la población ha comenzado a asumir tareas que corresponden a las autoridades. Grupos de mujeres se organizan para moverse juntas, compartir rutas seguras y difundir reportes en tiempo real sobre intentos de secuestro o presencia de vehículos sospechosos en zonas escolares y paraderos

La falta de resultados concretos en la localización de las jóvenes ha provocado desesperanza y desconfianza en los protocolos de búsqueda. Aunque algunas han sido encontradas con vida, la mayoría permanece sin rastro, lo que incrementa la angustia entre quienes temen por la integridad de sus familiares.
Para muchas, la noche dejó de ser un horario posible para realizar actividades cotidianas, y ahora incluso cruzar una calle solitaria representa un riesgo.
Mientras tanto, colectivos feministas y organizaciones civiles insistieron en que el Gobierno debe redoblar esfuerzos, profesionalizar a los elementos de búsqueda y generar políticas públicas con enfoque de género.