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Yucatán

Hanal Pixán: el chocolate artesanal que mantiene viva la tradición maya

Entre el aroma del cacao tostado y el eco de las manos que lo moldean, el chocolate artesanal sigue siendo símbolo de memoria, unión familiar y tradición durante el Hanal Pixán en Yucatán.

Cada año, del 30 de octubre al 2 de noviembre, las tablillas de chocolate artesanal invaden las cocinas yucatecas
Cada año, del 30 de octubre al 2 de noviembre, las tablillas de chocolate artesanal invaden las cocinas yucatecas / Omar Xool

Entre los sabores y aromas que envuelven al Hanal Pixán, destaca una bebida milenaria que ha trascendido el tiempo: el chocolate. Desde la época prehispánica, cuando la civilización maya dominaba la región, el cacao era símbolo de poder, gobernanza y respeto. Hoy, del 30 de octubre al 2 de noviembre, las tablillas de chocolate artesanal —también conocido como “de mesa”— vuelven a llenar las cocinas yucatecas para ofrecerse en los altares dedicados a quienes ya partieron.

María Isabel y María Lorenza García Xool provienen de una familia de artesanos cuya historia se remonta a la llamada “Bella Época”. Desde entonces, el oficio del chocolate ha pasado de generación en generación. Con más de 45 años de experiencia, las hermanas continúan elaborando las tablillas de manera completamente artesanal, conservando un proceso hecho 100% a mano, con la delicadeza que distingue a las manos yucatecas. Harina, canela y cacao tostados son los únicos ingredientes necesarios para dar vida a la bebida que acompaña las ofrendas y los recuerdos.

Según relatan las artesanas, la demanda del chocolate artesanal aumenta durante la temporada de fieles difuntos. Muchos clientes realizan sus pedidos semanas antes del Hanal Pixán, y las ventas se mantienen con fuerza durante todo noviembre. No obstante, las hermanas cuentan con compradores fieles que consumen su producto a lo largo del año.

María Lorenza recuerda que la tradición comenzó cuando su madre, movida por la curiosidad, visitó un molino en Mérida y preguntó cómo se elaboraba el chocolate de tablilla. Tras conversar con la dueña del establecimiento, consiguió los ingredientes y se aventuró a probar suerte en el oficio que hoy continúa vigente.

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Aunque en su juventud les resultaba pesado levantarse de madrugada para entablillar el chocolate, hoy las hermanas agradecen haber aprendido el valor del trabajo. “Es bonito que nos hayan enseñado así, porque ahora que nuestros papás ya no están, los recordamos cada vez que hacemos chocolate. En la mesa surgen los recuerdos: los regaños, las risas, las historias, hasta los permisos para ir al baile. Son momentos que nos acompañan siempre, sobre todo al pensar en mi papá, que hasta sus últimos años siguió trabajando el chocolate”, compartieron.

Actualmente, las García Xool continúan siendo proveedoras de comerciantes locales. Una tienda popular les encargó recientemente 50 paquetes de chocolate de tablilla para reventa. La producción comienza cada año el 1 de octubre y puede extenderse hasta meses después de noviembre, cuando los frentes fríos mantienen viva la costumbre de disfrutar una taza de chocolate caliente.

A pesar de la competencia industrial, las artesanas confían en que los yucatecos siguen prefiriendo el sabor auténtico del chocolate artesanal, elaborado con el mismo esmero que sus antepasados. “Así como nosotros recordamos a nuestros padres mientras lo preparamos, las familias lo hacen al compartirlo en sus mesas”, afirmó María Lorenza.

Finalmente, las hermanas coincidieron en la importancia de transmitir los oficios tradicionales a las nuevas generaciones, sin importar que estas cuenten con formación profesional. En tiempos de modernidad, aseguran, es alentador ver a jóvenes familiares interesados en continuar con la elaboración del chocolate artesanal, una herencia que ya supera los 45 años y que, con orgullo, sigue endulzando las almas durante el Hanal Pixán.

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