Mientras científicos de México y Estados Unidos se preparan para “mirar” el interior de la pirámide de El Castillo mediante tecnología de vanguardia basada en partículas cósmicas, Chichén Itzá reafirma su lugar como la zona arqueológica más visitada del país y, al mismo tiempo, enfrenta nuevos desafíos en la protección de su patrimonio, luego de la difusión no autorizada de imágenes inéditas desde el corazón del monumento. Ciencia, turismo y conservación convergen hoy en uno de los sitios más emblemáticos de la civilización maya.
El Castillo como nunca antes: un estudio con partículas del cosmos
Un equipo multidisciplinario de científicos mexicanos y estadounidenses se encuentra en la fase final de preparación para realizar una tomografía del interior de El Castillo, la pirámide principal de Chichén Itzá y la estructura de mayor volumen del antiguo centro ceremonial maya. El estudio se realizará mediante la detección de muones, partículas subatómicas generadas por la interacción de los rayos cósmicos con la atmósfera terrestre.
El proyecto cuenta con la autorización del Consejo de Arqueología del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y reúne a especialistas de esta institución, así como a físicos e ingenieros de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la Universidad Estatal de Chicago, las universidades Dominican y de Virginia, y el Laboratorio Nacional Fermi, en Estados Unidos.
El investigador principal, Edmundo García Solís, explicó que la iniciativa busca culminar, hacia el último trimestre de 2025, años de experimentación orientados a demostrar la eficacia de la imagenología muónica en grandes estructuras prehispánicas, utilizando equipos diseñados y construidos específicamente para este entorno.
Capas de historia bajo la piedra
De acuerdo con la directora de la Zona Arqueológica de Chichén Itzá, Guadalupe Espinosa Rodríguez, El Castillo fue edificado alrededor del siglo X y, como otros templos mayas, es el resultado de varias etapas constructivas superpuestas. Estas capas han sido objeto de interés arqueológico desde el siglo pasado.
En la década de 1930, los arqueólogos Eduardo Martínez Cantón y José Erosa Peniche excavaron un túnel desde el costado norte de la pirámide, lo que permitió acceder a dos espacios internos, hoy conocidos como la Sala de las Ofrendas y la Sala de los Sacrificios. En estos recintos se hallaron piezas fundamentales del patrimonio maya: una escultura de Chac Mool y el célebre Trono del Jaguar Rojo.
La nueva investigación retomará estos accesos internos para realizar las primeras pruebas de tomografía, enfocadas en el reconocimiento preciso de ambas cámaras.
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De la resistividad eléctrica a los muones
El proyecto no parte de cero. García Solís reconoció el trabajo previo realizado en 2016 por especialistas del Instituto de Geofísica y la Facultad de Ingeniería de la UNAM, quienes aplicaron una tomografía de resistividad eléctrica que aportó indicios de espacios adicionales en la subestructura de la pirámide.
Sin embargo, la imagenología muónica ofrece una ventaja clave: la posibilidad de explorar volúmenes mucho más grandes sin un límite práctico de profundidad. Esta capacidad permitiría obtener una tomografía integral de El Castillo y detectar variaciones de densidad que delaten la existencia de cavidades aún desconocidas.
Una experiencia similar se desarrolló bajo la Pirámide del Sol, en Teotihuacán, donde un túnel a ocho metros de profundidad permitió aplicar esta técnica con resultados relevantes. Ese antecedente fue encabezado por el físico Arturo Menchaca Rocha, de la UNAM, quien ahora también participa en el estudio en Chichén Itzá.
Tecnología diseñada para un entorno extremo
Para este proyecto se construyeron dos detectores de muones idénticos, que serán instalados en los túneles norte y sur de El Castillo. Cada equipo está compuesto por tres planos electrónicos abatibles montados en una estructura compacta, diseñada para adaptarse a espacios reducidos, con alta humedad y temperaturas cercanas a los 32 grados Celsius.
Según García Solís, los detectores permiten medir diferencias de densidad en el interior de la pirámide. Mientras más sutil sea esa diferencia –por ejemplo, si una cámara está rellena– mayor será el tiempo necesario para reunir datos suficientes que confirmen su existencia.
La primera etapa del trabajo de campo se extenderá durante seis meses, periodo en el que se espera identificar con claridad las cámaras ya conocidas. Posteriormente, el análisis de los datos podría revelar anomalías compatibles con una tercera cámara interna, hipótesis que, de confirmarse, abriría una nueva etapa del estudio.
¿Un entierro real bajo la estructura?
Los resultados de esta investigación podrían respaldar o descartar teorías arqueológicas planteadas desde hace décadas. Una de las más relevantes es la de la académica Virginia E. Miller, especialista en arquitectura maya, quien sugirió que una subestructura más antigua de El Castillo pudo haber funcionado como recinto funerario de un gobernante.
Aunque el proyecto científico no contempla excavaciones ni intervenciones físicas, la información obtenida mediante muones podría aportar evidencia indirecta para evaluar esta posibilidad.
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Líder absoluto en afluencia de visitas
En paralelo al avance científico, Chichén Itzá mantiene su posición como la zona arqueológica más visitada de México. De acuerdo con cifras del INAH, al cierre de noviembre de 2025, el país había recibido 9 millones 63 mil 734 visitantes en zonas arqueológicas, de los cuales casi el 22% acudió a Yucatán.
Solo Chichén Itzá concentró un millón 990 mil 134 visitas, lo que la coloca muy por encima de Teotihuacán, que registró un millón 628 mil 54 visitantes, y de Tulum, con 980 mil 219. En términos prácticos, el sitio yucateco recibe en promedio cerca de seis mil personas al día.
En total, Yucatán acumuló 2 millones 659 mil 964 visitas a museos y zonas arqueológicas, y el 97% de ese flujo se concentró en las 14 zonas abiertas al público en la entidad.
Imágenes filtradas y sanciones
La enorme relevancia cultural y simbólica de Chichén Itzá también implica una estricta vigilancia. Esto quedó de manifiesto tras la difusión en redes sociales de un video grabado por un custodio, en el que se mostraban imágenes inéditas del interior de El Castillo, un espacio de acceso restringido.
El material permitió observar pasillos internos y piezas arqueológicas de alto valor histórico, entre ellas el Chac Mool y el Trono del Jaguar Rojo, una escultura de piedra caliza pintada de rojo y con ojos de jade, considerada uno de los símbolos del poder político en la antigua ciudad maya.
La difusión del video generó una ola de reacciones y reavivó el debate sobre los límites entre la divulgación, la curiosidad pública y la protección del patrimonio cultural.
Normativa, sanciones y preservación
Las autoridades del INAH confirmaron que la grabación fue realizada sin autorización y a título personal, lo que constituye una violación a la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos, así como a su reglamento.
La Dirección de la Zona Arqueológica, el Gran Museo y el Centro de Atención a Visitantes de Chichén Itzá informaron que se aplicaron medidas administrativas al trabajador involucrado, respetando sus derechos laborales, aunque no se detalló la sanción específica.
El acceso al interior de El Castillo permanece estrictamente limitado a personal autorizado, como parte de una estrategia de conservación que busca garantizar que este patrimonio, admirado por millones de personas cada año, se mantenga intacto para las futuras generaciones.