
En el corazón de Xocchel, comunidad yucateca del Centro del estado, donde las tradiciones aún laten con fuerza, habita una mujer cuya trayectoria artesanal ha trascendido fronteras y generaciones. Su nombre es Celsa María Iuit Moo, y aunque su andar es pausado y sereno a sus 85 años de edad, su historia vibra con la fuerza del sosquil y la fibra del henequén que ha trabajado con maestría desde la infancia.
Conocida desde hace más de dos décadas por los medios locales y nacionales, doña Celsa fue descubierta por el público cuando sus trabajos comenzaron a ser reconocido por instituciones de gran prestigio. En 2009, el entonces presidente de México, Felipe Calderón, le entregó el Premio Nacional de Ciencias y Artes, uno de los máximos galardones que otorga el país a sus representantes populares. Un año después, en 2010, su talento llegó hasta Estados Unidos, donde fue homenajeada durante el Smithsonian Folklife Festival, un evento que celebra la diversidad cultural del mundo.

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Su trayectoria, sin embargo, no ha estado marcada por la vanidad ni por los reflectores. Al contrario, Celsa vive con humildad y sencillez en la misma casa de siempre, en la que recibe a quienes desean aprender de ella.

“Comencé a trabajar el sosquil desde niña. Mis padres y abuelos también se dedicaban a esto. Ellos me enseñaron con paciencia y cariño, y ahora, yo hago lo mismo con la gente de los pueblos cercanos. Muchos vienen a pedirme que los instruya, pero a veces no hay espacio y deben esperar. Siempre será un gusto compartir lo que aprendí de mis ancestros”, relató con orgullo doña Celsa, quien actualmente se dedica a impartir cursos de capacitación en artesanías en comunidades cercanas.
Durante la visita a su taller, un espacio modesto, pero rebosante de creatividad, se pudo observar una impresionante colección de aves, flores, animales y objetos decorativos elaborados con sosquil. Muchas de las piezas ya estaban apartadas por coleccionistas y admiradores de su obra. Entre ellas, destacan un brillante pavo real y un pequeño pájaro rojo, ambos fabricados con una precisión que parece imposible para unas manos envejecidas, pero dotadas de un talento inagotable.

A pesar de que oficialmente se encuentra retirada de la producción constante, doña Celsa continúa siendo un pilar en la enseñanza artesanal. Su visión y profundo sentido de identidad comunitaria son fuente de inspiración no sólo para las mujeres de Xocchel, sino para todo Yucatán.

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La historia de esta mujer de gran corazón es la prueba viviente de que la grandeza no siempre se mide en títulos ni en fortunas, sino en la capacidad de transformar con amor y disciplina lo que la tierra da. El sosquil, símbolo del pasado henequenero de Yucatán, encuentra en sus manos un renacer artístico que conecta generaciones y resignifica el patrimonio cultural de la región.
Doña Celsa María Iuit Moo no sólo es una artesana, es un ejemplo de resistencia cultural, de empoderamiento femenino y de herencia viva. Su legado, tejido entre fibras y memorias, seguirá inspirando a nuevas generaciones por muchos años.