
El ciclo escolar que acaba de concluir en Yucatán deja una fotografía compleja: un sistema robusto que atiende a cientos de miles de estudiantes, con avances notables en inclusión y diversidad cultural, pero también con la sombra persistente de la violencia escolar, que amenaza la convivencia en las aulas.
De acuerdo con datos de la Secretaría de Educación del Estado (Segey), más de 20 mil docentes, en su mayoría mujeres, distribuidos en 3 mil 059 escuelas, atendieron a 15 mil 769 grupos en distintos niveles de educación básica.
La estructura es amplia: la educación inicial cerró con 6 mil 762 alumnos y 403 docentes en 339 planteles; el nivel preescolar, con 62 mil 318 estudiantes, 3 mil 245 maestros y 939 centros; la primaria, pilar del sistema, concentró a 197 mil 907 niños en mil 205 escuelas bajo la guía de 8 mil 300 docentes; y la secundaria registró 94 mil 584 alumnos con 8 mil 366 profesores, reflejo de la especialización que exige esta etapa.
Uno de los rasgos más significativos del sistema es su carácter multicultural. Actualmente, 50 mil 430 estudiantes son mayahablantes, lo que significa que casi uno de cada siete alumnos se comunica en esta lengua originaria. La educación indígena, que atiende a 33 mil 208 alumnos en 422 escuelas, con el acompañamiento de mil 587 docentes bilingües, representa una oportunidad única para preservar la identidad cultural del estado. Sin embargo, la continuidad entre preescolar y primaria en comunidades indígenas sigue siendo un reto que demanda reforzar el vínculo entre escuela, familia y comunidad.
Niveles rezagados
En el otro extremo, los niveles inicial y preescolar evidencian los mayores rezagos. La educación inicial apenas alcanza una matrícula de poco más de seis mil niños en todo el estado, mientras que preescolar, aunque atiende a más de 62 mil alumnos, mantiene brechas importantes en zonas rurales. Estos datos reflejan la necesidad de expandir la cobertura desde la primera infancia para garantizar trayectorias educativas sólidas.

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La inclusión también forma parte de la agenda. El sistema reporta 354 estudiantes con discapacidad, lo que subraya la urgencia de fortalecer los apoyos, desde infraestructura adaptada hasta capacitación docente y materiales especializados.
Violencia oculta
Pero detrás de los avances, emerge una cifra que preocupa: la violencia escolar. Entre octubre de 2024 y junio de 2025, la Segey activó 683 protocolos de actuación por maltrato, riesgo o abuso, y 59 Modelos Únicos de Atención Integral por violencia entre estudiantes. Esto equivale a dos o tres casos diarios en las aulas de Yucatán.
Los municipios con más reportes son Mérida, Tizimín, Dzidzantún, Hunucmá y Tekax, con incidencia mayor en el nivel secundaria. La Fiscalía General del Estado abrió, en paralelo, 331 carpetas de investigación entre 2021 y 2025, de las cuales sólo 102 han sido resueltas. En Mérida, en la última década, se registraron 97 expedientes relacionados con hechos de violencia: 71 contra docentes y 27 contra alumnos, sin sanciones definitivas.
El manejo institucional de estos casos incluye protocolos especializados como el Modelo de Michigan, con psicólogos y personal de la Procuraduría de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes (Prodennay) para garantizar entrevistas sin revictimización.
Doble reto
Frente a esta realidad, el reto es doble: fortalecer las estrategias de prevención y garantizar mecanismos eficaces de atención que protejan los derechos de niñas, niños y adolescentes. Especialistas coinciden en que blindar las escuelas contra la violencia es tan urgente como ampliar la cobertura educativa en las etapas tempranas y garantizar la permanencia en secundaria.
De cara al ciclo 2025-2026, las prioridades son claras: consolidar la educación intercultural, ampliar la oferta en niveles inicial y preescolar, y atender con firmeza la problemática del acoso y la violencia en los planteles. Porque la educación en Yucatán no es solo una obligación institucional: es un espacio donde se juega el presente y el futuro cultural, social y humano del estado.