
En pleno Verano, cuando tradicionalmente se espera una reactivación del turismo, la ocupación hotelera en Yucatán apenas alcanza el 40%, revelando una crisis estructural que se agudiza con el paso de los años. Lejos de registrar una recuperación sostenida tras la pandemia, el sector enfrenta ahora un nuevo adversario: el crecimiento descontrolado de plataformas de hospedaje como Airbnb, que operan al margen de regulaciones y obligaciones fiscales.
De acuerdo con datos del Observatorio Turístico de Yucatán, durante el periodo de enero a mayo de 2025, el porcentaje general de ocupación hotelera en Mérida se situó en 57.3%, una caída de 1.2 puntos porcentuales en comparación con el mismo lapso de 2024. En la categoría turística —que agrupa a hoteles de tres a cinco estrellas— la baja fue aún mayor: 1.7 puntos porcentuales.
“Las cifras actuales deberían alarmar, porque no sólo reflejan una caída en visitantes, sino también una presión creciente sobre los hoteles, que ya no logran cubrir sus propios costos. Cada mes hay menos margen para resistir”, señala Jorge Carrillo Sáenz, presidente del Consejo Empresarial Turístico de Yucatán (Cetur).
El dirigente apunta que el perfil del turista que llega en verano a Yucatán suele ser nacional, y prefiere viajar por carretera en lugar de volar. “Muchos vienen de la Ciudad de México o de estados vecinos como Campeche y Tabasco. Antes, Mérida o Valladolid eran escalas casi obligadas para quienes iban rumbo a Cancún o Playa del Carmen. Pero hoy, con el aumento del costo de vida, menos personas pueden costear esos viajes, incluso por tierra”.

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Según explicó, un vuelo redondo para una familia de cuatro integrantes desde la capital del país puede costar hasta 40 mil pesos. “Ese gasto ya no es accesible para la mayoría. Aun viajando en auto, el flujo de visitantes está muy por debajo de lo esperado”.
Una guerra sin reglas
Uno de los factores que más preocupan al empresariado hotelero es la competencia que representan las más de 3 mil unidades de renta vacacional operando bajo la plataforma Airbnb sólo en el Centro Histórico de Mérida. Mientras los hoteles cumplen con pagos de impuestos, cuotas de seguridad social, tarifas de electricidad comercial y estrictas normas de protección civil, los inmuebles en plataformas digitales operan con tarifas domésticas y sin obligaciones laborales.
“Los hoteles somos generadores de empleo formal. Damos trabajo a camaristas, recepcionistas, cocineros, técnicos, personal de seguridad. Pero mantener esa estructura cuesta cada vez más. Mientras tanto, las plataformas crecen sin freno ni control. Esta competencia desleal nos está asfixiando”, advirtió Carrillo.
A este contexto se suma el hecho de que, aunque los costos operativos se han duplicado —el salario mínimo ha aumentado más del 100% en cinco años—, las tarifas hoteleras siguen estancadas desde antes de la pandemia. “En 2019, una habitación en un hotel de tres estrellas se ofrecía en mil 200 pesos por noche. Hoy sigue en ese mismo precio, mientras el gas, la luz, los salarios y los insumos se han duplicado”.
Esto ha generado una “guerra tarifaria” entre hoteles que, lejos de estimular el sector, está provocando su debilitamiento progresivo. “La gente ve hoteles abiertos y piensa que el negocio funciona, pero no ve que ya no hay rentabilidad”, puntualizó.
Los focos amarillos se encienden
El panorama se replica a lo largo del estado. Según los últimos registros oficiales, durante mayo de 2025 la ocupación hotelera estatal fue de 48.4%, con picos en Mérida (51.8%) y mínimos preocupantes en sitios de alto valor turístico como Uxmal, donde apenas se alcanzó el 14.3%.

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En ciudades como Valladolid (35.3%), Izamal (32.6%) y Chichén Itzá (37.7%), la actividad también ha sido menor a la proyectada. Los hoteles de una estrella presentan una caída de 6.9% en su ocupación respecto a 2024, lo que afecta directamente a pequeños empresarios locales.
Ante este escenario, Cetur ha establecido una coordinación más estrecha con la Secretaría de Fomento Turístico de Yucatán (Sefotur), dirigida por Darío Flota, y con el Ayuntamiento de Mérida. El objetivo: diseñar estrategias de promoción que incentiven el turismo regional y nacional.
“La apuesta es que el turista que ya se encuentra en el sureste mexicano aproveche para conocer Yucatán. Pero también necesitamos condiciones equitativas para competir. La informalidad no puede seguir siendo tolerada bajo el argumento de ‘nuevas economías’. Esto está costando empleos”, recalcó el dirigente empresarial.
Medir diferente, actuar rápido
Carrillo Sáenz también instó a cambiar la forma en que se evalúa el estado del turismo en la entidad. “El porcentaje de ocupación no dice toda la verdad. El verdadero termómetro de la industria es la tarifa promedio. Si la tarifa no sube, el negocio no es rentable, y sin rentabilidad no hay futuro”, apuntó.
Finalmente, hizo un llamado a las autoridades estatales y municipales a “tomar el toro por los cuernos” y aplicar una regulación justa a las plataformas digitales de hospedaje. “No es un escenario hipotético. La migración de turistas hacia Airbnb ya está ocurriendo y la pérdida de empleos en hoteles ya es una realidad. Si no se interviene ahora, la industria tradicional colapsará”.