
Los llamados frijoles saltarines despiertan curiosidad y polémica en Valladolid, pues mientras unos los consideran un remedio natural con supuestos efectos milagrosos, otros los califican como una simple superstición.
Se trata de pequeñas semillas que brincan como si tuvieran vida propia. Quienes las comercializan aseguran que poseen poderes curativos y que, al llevarlas dentro de una bolsita roja, pueden aliviar males crónicos como la hipertensión, la migraña, el estrés, la diabetes y hasta los nervios.

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De acuerdo con los vendedores, estas semillas brincadoras son originarias del Norte del país, principalmente de Sonora, Chihuahua y Sinaloa, y desde el siglo XIX han despertado interés tanto popular como científico. Sin embargo, hasta ahora no existe una base médica que avale sus supuestas propiedades curativas.
Según se investigó, el salto de estas semillas tiene una explicación natural. Cada frijol guarda en su interior el huevo de una polilla; cuando la larva comienza a desarrollarse, se mueve dentro provocando los característicos brincos.

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En el mercado Jáuregui de Xalapa, así como en plazas y tianguis de Yucatán, es común encontrar a vendedores ofreciendo los frijoles en pequeñas bolsitas rojas. Esther Flores Acocoletzi, una de ellas, asegura que son mágicos y que basta con llevarlos cerca del pecho o debajo de la almohada para obtener beneficios. Explicó que “no se comen, sólo se cargan y se sacan por la noche para que respiren; la curación depende de la fe de cada persona”.
El precio tampoco es elevado, ya que por 20 pesos se ofrecen cinco semillas, conocidas entre los comerciantes como del árbol de la vida. Mientras para algunos no son más que larvas escondidas en el interior de un frijol, para otros siguen siendo un amuleto con poderes misteriosos que ayudan a sanar.