
Bajo el inclemente Sol y entre toneladas de desechos, Roberto Canté acude al vertedero municipal para ganarse el pan de cada día al recoger lo que muchos consideran basura, pero que para él es el sustento familiar.
Con el rostro curtido por el Astro Rey y las manos sucias por la labor que realiza, Roberto con una sonrisa comentó que lo que hace es para poder llevar unos pesos a casa.

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Relató que desde hace cinco años se dedica a esta actividad, ante la falta de empleo formal. Cada mañana recorre en bicicleta más de cinco kilómetros desde su hogar hasta el basurero, un lugar donde conviven moscas, humo, roedores y pestilencia, pero que para él representa una fuente de ingreso.
“Paso muchas horas entre la basura recogiendo envases PET, principalmente. Si encuentro otro material que se pueda vender, también lo aparto”, señala. Los residuos recolectados los lleva posteriormente al centro de acopio de la colonia Lázaro Cárdenas, donde le pagan apenas dos pesos por kilo.

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Roberto reconoce que trabajar en este ambiente le causa temor por los riesgos a su salud: “Sé que aquí puedo enfermarme fácilmente, pero no tengo otra opción. Antes trabajaba en otros oficios, pero con los años la situación fue empeorando y terminé aquí”.