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Yucatán

Última marea roja en Yucatán considerada la más agresiva y tóxica: Cinvestav

Científicos revelan que seis especies de algas nocivas proliferaron debido a contaminación acumulada.
El fenómeno fue más tóxico porque las aguas tienen demasiados restos orgánicos
El fenómeno fue más tóxico porque las aguas tienen demasiados restos orgánicos / POR ESTO!

El Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) unidad Mérida confirmó que la reciente marea roja fue la más agresiva y tóxica en al menos 24 años.

El fenómeno, identificado como un Florecimiento Algal Nocivo (FAN), no solo tiñó de rojo las aguas entre Dzilam de Bravo y Sisal, sino también permaneció más tiempo del habitual, elevó la temperatura marina y dejó una huella de incertidumbre en pescadores, comerciantes y familias que dependen del mar.

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Del 8 de julio al 19 de agosto, el litoral yucateco enfrentó esta crisis ambiental. Seis especies de microalgas proliferaron, predominando los dinoflagelados sobre las diatomeas, lo que los científicos interpretan como un cambio ecológico ligado al exceso de nutrientes y materia orgánica en las aguas costeras.

“La marea roja fue más tóxica porque nuestras aguas tienen demasiados restos orgánicos; eso las alimentó y las volvió más dañinas en cuestión de días”, explicó Dalila Aldana, investigadora del Cinvestav y presidenta regional de la Academia Mexicana de Ciencias.

“Los restos orgánicos que llegan al mar —desde aguas residuales hasta descargas agrícolas— son combustible para que las algas nocivas crezcan y se vuelvan tóxicas en cuestión de días”.

El océano bajo presión

Las imágenes satelitales mostraban manchas oscuras en Chelem, Chuburná y Sisal, los puntos más castigados. Pescadores de la zona hablan de un mar caliente, con menos peces y un olor extraño. “Era como si el mar estuviera enfermo”, relató Pedro Sánchez, pescador de Chuburná, quien tuvo que suspender su faena por varias semanas.

La veda obligatoria paralizó la actividad pesquera y redujo la venta de mariscos en restaurantes y mercados. Aunque no se registraron casos oficiales de enfermedades gastrointestinales, el temor entre consumidores provocó pérdidas económicas. Cámaras empresariales defendieron la inocuidad de sus proveedores, pero reconocieron que la desconfianza fue inevitable.

La emergencia obligó a señalizar áreas de riesgo donde se prohibió el acceso al mar
La emergencia obligó a señalizar áreas de riesgo donde se prohibió el acceso al mar / POR ESTO!

Ciencia y advertencias

El Centro de Investigación aseguró en sus últimos estudios que fueron por lo menos seis especies de algas nocivas las que “navegaban” en los mares de Dzilam de Bravo, Progreso, Chelem, Chuburná y Sisal, siendo estos tres últimos lugares, en donde la marea roja se portó más agresiva.

El Cinvestav señaló que la presencia de estas algas por primera vez en Sisal evidencia el deterioro de la calidad del agua en esa zona emblemática. El fenómeno, dijo, es resultado de factores acumulados: aguas residuales urbanas, escurrimientos agrícolas y desarrollos costeros sin control.

“El FAN es un síntoma, no la enfermedad. Lo grave está en la contaminación que alimenta a estas algas”, advirtió un investigador. Por ello, los científicos insisten en implementar programas de descarga cero de aguas residuales, especialmente en áreas urbanas y agropecuarias cercanas al litoral.

El Comité Interinstitucional reiteró que mantendrá el monitoreo permanente del fenómeno de marea roja

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Lecciones de un mar rojo

La experiencia recordó episodios previos en 2001, 2003, 2008 y 2022, pero con una diferencia: esta vez la marea roja fue más persistente y agresiva. Las comunidades costeras aprendieron que la vigilancia ambiental debe ser constante y que la recuperación económica no llega tan rápido como el regreso del azul al mar.

Hoy, con el fin oficial de la contingencia, las banderas rojas se han retirado y los pescadores regresan poco a poco a la faena. En el puerto, las familias se preparan para reabrir sus puestos de pescado, confiando en que el mar les devuelva lo que les arrebató durante seis semanas.

El fenómeno evidenció, una vez más, que Yucatán necesita estrategias de descarga cero de aguas residuales, especialmente en zonas costeras donde el desarrollo urbano y agropecuario avanza sin regulación suficiente.

La costa recupera su calma, pero la lección quedó tatuada en la memoria de Yucatán: el mar puede sanar, siempre y cuando se le respete.

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