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Yucatán

“Siempre me sentí atraído por el arte”: Francisco combina su trabajo de tricitaxista en Hunucmá con la creación y restauración de imágenes y muebles

Francisco Cabañas trabaja como tricitaxista en Hunucmá, lo cual combina con sus conocimientos artesanales para restaurar imágenes.
Su historia es como la de muchos que, en la adversidad, encontraron nuevas formas de reinventarse
Su historia es como la de muchos que, en la adversidad, encontraron nuevas formas de reinventarse / Por Esto!

En una pequeña y tranquila vivienda ubicada en la calle 32 entre 21 y 23 del Centro de Hunucmá, se esconde un mundo de creatividad y dedicación. Ahí, en su propio hogar, Francisco Cabañas da vida a un sinfín de piezas artesanales, desde figuras de madera y yeso hasta murales y restauraciones de imágenes religiosas. Su trabajo, silencioso, pero constante, ha comenzado a ganarse el reconocimiento de su comunidad.

Francisco no es artesano de tiempo completo. Por las mañanas, realiza su labor como tricitaxista, pedaleando por las calles del municipio para transportar a sus fieles clientes.

Al caer la tarde, luego de una jornada de esfuerzo físico, es cuando Francisco se transforma. Descansa un poco y se sumerge en su mundo creativo: pinceles, martillos, lijas, moldes de yeso y trozos de madera se convierten en sus herramientas para embellecer y restaurar piezas que, en muchos casos, tienen un valor sentimental incalculable para quienes se las confían.

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“De joven trabajé en distintos oficios, pero siempre me sentí atraído por los trabajos manuales, por el arte en general, incluyendo la pintura”, recordó.

Sin embargo, fue durante el confinamiento por la pandemia cuando su inclinación artística se convirtió en un verdadero refugio y motor de inspiración.

“Al estar en casa, sin poder salir, quise ocupar mi tiempo en algo positivo. Así comencé a pintar murales, a reparar muebles y a hacer cosas que tenía tiempo sin intentar”, compartió.

Ese pasatiempo improvisado le ayudó a sobrellevar el encierro, y se convirtió en una nueva forma de vida. Con el paso del tiempo, vecinos y conocidos comenzaron a llevarle imágenes religiosas deterioradas, adornos del hogar y otros objetos dañados por el tiempo, con la esperanza de que les devolviera su esplendor original. Y así lo hizo.

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“Hoy las personas me traen santos, adornos, imágenes que han perdido color o partes por el paso de los años. Los reparo o reconstruyo, según el caso. Me llena de alegría que la gente ya me reconozca como artesano, como reparador”, comentó.

A pesar de que su labor artesanal le representa un ingreso adicional, Francisco no mide su trabajo sólo en términos económicos. Para él, hay un valor mucho más profundo en lo que hace.

“Lo importante no es el dinero. Me llena saber que estoy sirviendo a la comunidad con lo que sé hacer. Eso, para mí, es más valioso que cualquier pago”, dijo.

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