
Salir de sus países de origen, dejando familia, amigos, costumbres y el invaluable sentimiento de calor de hogar estando con los suyos con tal de alcanzar el sueño americano, para muchos migrantes valía la pena, pues al llegar al país de las oportunidades los dólares que podían mandar a sus seres amados valía todos esos sacrificios.
Pero el sueño americano, para todos los migrantes que se encuentran en Estados Unidos sin papeles para poder vivir ahí, ahora se convirtió en una verdadera pesadilla desde que comenzó el segundo periodo presidencial de Donald Trump, que desde campaña prometió regresar a todos los indocumentados a sus países.
La situación actual que viven los migrantes en Los Ángeles, específicamente en esta ciudad luego de las redadas realizadas en junio por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos (ICE, por sus siglas en inglés), los mantiene en un estado de alerta máximo, en el que el miedo por ser detenidos los ha orillado a vivir encerrados en sus casas.
Esto ha provocado que muchos de estos indocumentados ya no se hayan presentado a trabajar, para no arriesgarse a ser los siguientes detenidos por ICE, por lo que no están generando ingresos para sobrevivir y dependen por completo de la ayuda que ofrecen grupos de voluntarios.

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Además, la situación se extiende hasta sus países de origen y familiares, ya que al no trabajar no pueden enviar dinero ni seguir ayudando a sus seres queridos, quienes en la mayoría de los casos dependen de los dólares que reciben desde Estados Unidos.
Tal es el caso de Alberto, un migrante salvadoreño de 60 años que desde hace un mes vive totalmente encerrado en el cuarto que renta en Los Ángeles, por el miedo a ser visto por los agentes de ICE.
"Es terrible. Es un encierro que no se lo deseo a nadie", asegura Alberto, quien ni siquiera ha salido a comprar comida o lo más indispensable para vivir, por lo que depende de la ayuda de una organización que lleva alimentos dos veces por semana a indocumentados que se encuentran en la misma situación que él.
"Me ayuda muchísimo, porque si no tengo esto (...) ¿cómo voy a comer? No tengo trabajo", confesó a la AFP el salvadoreño, quien utiliza ese seudónimo para no poner en riesgo su identidad real.

Así como Alberto, cientos de migrantes viven sin salir de sus casas, estirando las piernas solo en los pequeños espacios que habita y esperando que la ayuda de las ONG's llegue cada semana, pues el impacto y huella que dejaron las redadas de ICE aún se pueden respirar en el ambiente.
Estas acciones de la administración Trump provocaron caos en muchas ciudades de Estados Unidos, pero principalmente en Los Ángeles, donde las protestas terminaron en actos de violencia, pretexto perfecto que aprovechó el presidente estadunidense para enviar elementos de la Guardia Nacional y Marines, algo que rechazaron hasta los gobiernos locales.
El escenario y la situación son muy complicados para los indocumentados, viven en un estrés constante y con la amenaza latente de poder ser el siguiente detenido por ICE, que sería el fin del sueño que tanto buscaron, pero que ahora se convirtió en pesadilla.
Con información de AFP