
El consumo de drogas en Quintana Roo, y especialmente en esta ciudad, ha registrado un incremento entre 2020 y julio de 2025, una tendencia que supera el promedio nacional y que enciende alertas entre especialistas que atienden a personas adictas, sobre todo jóvenes.
Los Centros de Integración Juvenil (CIJ) en el estado advierten que, a diferencia de Yucatán y Campeche, el Caribe Mexicano presenta una mayor prevalencia en el uso de marihuana, cocaína y crack entre quienes solicitan apoyo. A ello se suma el consumo de fentanilo, lo cual representa un riesgo de sobredosis, pues muchas veces los usuarios desconocen la sustancia de lo que consumen.
La más reciente Encuesta Nacional de Consumo de Drogas, Alcohol y Tabaco (Encodat, junio 2025) muestra un crecimiento del 30% en la atención de personas de entre 15 y 24 años, siendo este grupo el más afectado. En general, el 45% de los casos atendidos en Quintana Roo corresponde a adultos jóvenes de 18 a 39 años, proporción que coincide con los datos a nivel país.

Entre los usuarios que acuden a los CIJ en Cancún, Chetumal, Cozumel y Playa del Carmen, se identifican como sustancias predominantes la marihuana (97.7%), cocaína (41.4%) y crack (29.6%). Estos porcentajes superan al promedio nacional, que se sitúa en 87.5%, 33.8% y 17.9% respectivamente. Asimismo, los registros de consumo de alcohol (90.7%) y tabaco (92.8%) también están por encima de lo reportado en otros estados.
Los atrapados
El perfil de los consumidores muestra que por cada mujer atendida, hay 3.7 hombres, y la edad de inicio en el consumo ilícito se concentra mayoritariamente entre los 15 y 19 años (51.3%), seguida del rango de 10 a 14 (22%) y finalmente los jóvenes de 20 a 24 años (11.6%).

En contraste, Yucatán y Campeche presentan cifras considerablemente menores. En Yucatán, el cristal o metanfetamina encabeza la lista de sustancias que motivan la búsqueda de tratamiento (58.8%), seguido del alcohol (20.1%), la marihuana (7.7%) y la cocaína (3.3%). Mientras tanto, Campeche registró 175 atenciones por consumo, y Quintana Roo solo 125, frente a mil 100 casos reportados en Yucatán durante el mismo periodo.
Primera vez
Datos del Sistema de Información Epidemiológica del Consumo de Drogas (SIECD) indican que en el segundo semestre de 2023, más de 14 mil personas ingresaron por primera vez a tratamiento en el país. De ellas, 9 mil 584 reportaron uso de drogas ilegales, mientras que 4 mil 836 acudieron por consumo de alcohol o tabaco.
La edad promedio de inicio para sustancias ilícitas fue de 17.2 años, mientras que para el tabaco fue de 15.1 y para el alcohol, 14.9. En promedio, los usuarios llegan al tratamiento a los 25.8 años, con las mujeres representando el 28.8% de los ingresos por consumo combinado con trastornos mentales.
Las drogas más frecuentemente reportadas a nivel nacional son las metanfetaminas (34%) y el cannabis (29.3%). En este contexto, preocupa la facilidad de acceso a estas sustancias en destinos turísticos como Cancún, Tulum, Cozumel, Isla Mujeres, Playa del Carmen, Bacalar y Chetumal, donde la venta se da tanto en áreas urbanas como en zonas marginales. Alarmantemente, más del 60% de la heroína decomisada en la región contiene fentanilo, lo que eleva considerablemente el riesgo de sobredosis entre consumidores desprevenidos.

Impacto social
La doctora Alejandra Góngora, psicoterapeuta clínica del CIJ en Cancún, advierte que el aumento en el consumo de drogas entre adolescentes ha tenido consecuencias devastadoras en los núcleos familiares:
“Ya no se trata de un problema aislado o circunstancial. Muchos de los jóvenes que atendemos presentan no solo una fuerte dependencia física, sino también profundas heridas emocionales, deserción escolar, conflictos familiares severos e incluso ideas suicidas. Lo más grave es que muchas familias no detectan el problema hasta que ya hay una crisis evidente o necesidad de internamiento.”
Por su parte, el sociólogo Arturo Carrillo, especialista en fenómenos urbanos y exclusión social de la Universidad del Caribe, señala que el fenómeno no solo afecta a nivel individual, sino que también erosiona el tejido social.
“En ciudades como Cancún, donde la riqueza del turismo contrasta con la pobreza en las zonas periféricas, las drogas se convierten en una vía de escape para miles de jóvenes sin expectativas claras de futuro. Esto genera abandono escolar, fortalece el vínculo con el crimen organizado y alimenta la violencia comunitaria.”
Ambos expertos coinciden en que el impacto del consumo trasciende lo físico y emocional, provocando desintegración familiar, aumento de la violencia intradoméstica, ruptura de vínculos afectivos y perpetuación de la pobreza. A nivel comunitario, se traduce en barrios inseguros, instituciones de salud colapsadas y mayor presencia de redes de distribución ilegal.
Carrillo enfatiza que el inicio precoz del consumo y la alta demanda de atención entre hombres son factores que deben impulsar una estrategia urgente de prevención integral. Esta debería incluir programas escolares robustos, orientación en comunidades vulnerables, fortalecimiento del acceso a centros de tratamiento especializados y campañas dirigidas a adolescentes antes de los 15 años.
“No basta con señalar el problema. Necesitamos políticas públicas articuladas entre sectores educativos, sanitarios y sociales para detener esta escalada antes de que el impacto sea aún más difícil de revertir”, concluyó el investigador.
JGH