Una mujer identificada como Olga Lidia “N” fue vinculada a proceso por su presunta participación en un caso de extorsión agravada cometido contra el dueño de una taquería en Playa del Carmen. La resolución fue tomada por una jueza de control luego de que se presentaran pruebas que apuntan a su posible responsabilidad en los hechos.
De acuerdo con la investigación, todo comenzó el pasado 14 de marzo, cuando la señalada llegó a una taquería ubicada en la avenida Chemuyil, esquina con Solidaridad, en la colonia del Bosque. Ahí entregó a un empleado un papel con un número telefónico y le advirtió que el propietario debía comunicarse en el plazo de una hora. La amenaza fue clara: si no lo hacía, sicarios acudirían al negocio para asesinar a quien estuviera en el lugar.
Ante la intimidación, el dueño llamó al número señalado. Del otro lado de la línea, una persona le exigió el pago mensual de cinco mil pesos a cambio de permitirle seguir operando el local. Bajo presión, la víctima accedió a entregar la suma exigida de manera constante, desde marzo hasta julio.
Cansado de los cobros y temiendo por su seguridad, el afectado decidió acudir a denunciar los hechos. Tras la denuncia, se solicitó una orden de aprehensión contra la mujer señalada como partícipe del delito. La detención se llevó a cabo en la calle Zapote, entre Ceiba y Caoba, en el fraccionamiento Misión Villamar 1, mientras Olga Lidia “N” caminaba por la vía pública.
Durante la audiencia, la jueza escuchó los argumentos de ambas partes y revisó los datos presentados. Con base en ello, determinó vincular a proceso a la imputada, a quien se le impuso la medida cautelar de prisión preventiva. De esta manera, la mujer permanecerá tras las rejas mientras se desahoga el procedimiento judicial en su contra.
El caso refleja una de las problemáticas más persistentes en la región: la extorsión conocida como “cobro de derecho de piso”, un delito que afecta a comerciantes de distintos giros y que genera un clima de temor e incertidumbre en los negocios locales.
Aunque en esta ocasión hubo una denuncia que derivó en una captura, la práctica sigue siendo un reto constante para quienes trabajan en la zona y buscan sostener sus negocios sin ser víctimas de amenazas o violencia.