Un grupo de aventureros, conformado por algunos realizadores de contenido yucatecos, encontraron la evidencia del ataque de un jaguar a un cocodrilo en un manglar, ubicado en algún sitio del estado de Yucatán.
Cuando exploraban el área, encontraron diversas huellas de un gran felino, aparentemente de un jaguar. Al seguir el rastro durante algunos metros, este los condujo hacia una madriguera que pudo haber sido el último refugio del saurio.
Además de las huellas, que quedaron impresas gracias al tipo de sustrato de la zona inundable, una larga línea, probablemente generada por la cola del reptil, logró evidenciar cómo el poderoso depredador arrastró a su víctima.
Cabe destacar que la mordida del jaguar es la más fuerte de entre todos los felinos, superando incluso a la de sus parientes, el león y el tigre. Este poderoso carnívoro embosca a sus presas, a las que suele matar con una contundente mordida en la cabeza.
Jaguar: el depredador tope
La presencia de jaguares en los ecosistemas es vital para el equilibrio ecológico, ya que regulan la sobrepoblación de animales herbívoros como los venados y los pecaríes, que en grandes concentraciones pueden generar afectaciones a la cobertura forestal.
El gran felino americano es sinónimo de salud en las selvas, manglares y petenes yucatecos, que a pesar del avance de la urbanización se resisten a desaparecer y siguen siendo hogar de invaluable biodiversidad.