
El flamenco rosa, símbolo de belleza y biodiversidad en la Península de Yucatán, se encuentra actualmente bajo una amenaza creciente. Diversos factores, como el cambio climático, el turismo masivo y la contaminación, afectan directamente sus ciclos de anidación, reproducción y hábitat natural.
En este 2025, la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) reportó un total de 14 mil 757 nidos de flamencos en la zona de La Angostura, ubicada dentro de la zona de Ría Lagartos. Esta cifra, aunque alentadora en apariencia, esconde una realidad compleja que podría comprometer la viabilidad de la especie si no se toman medidas urgentes.
Entre 1999 y 2024, se registró el nacimiento de 154 mil 446 polluelos, de los cuales 7 mil 142 fueron anillados, es decir, monitoreados para su seguimiento y protección. Esta labor es clave para conocer sus rutas migratorias y patrones de comportamiento, lo que permite una mejor planificación de acciones de conservación.
Las lluvias de este año favorecieron que los flamencos anidaran en su sitio tradicional dentro de la Reserva de la Biosfera de Ría Lagartos. Sin embargo, la persistencia de la sequía podría obligar a estas aves a desplazarse nuevamente, tal como ocurrió en 2023, cuando la falta de precipitaciones los llevó a buscar refugio en San Crisanto.

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El cambio climático ha alterado el entorno natural. En 2023, la falta de lluvias en Ría Lagartos causó un ambiente inadecuado para la anidación, ya que los flamencos requieren barro húmedo para construir sus nidos. Sin estas condiciones, no pueden depositar sus huevos, lo que reduce drásticamente su tasa reproductiva.
A esto se suma la creciente presencia humana en las zonas de anidación. El turismo masivo, aunque económicamente beneficioso para las comunidades, es una amenaza silenciosa para la fauna, especialmente para especies sensibles como el flamenco rosa. El ruido, las embarcaciones y la cercanía de los visitantes alteran su comportamiento natural.
Este año 2025, el cambio climático se ha manifestado de forma aún más agresiva, con lluvias atípicas fuera de temporada y frentes fríos en meses donde antes no se registraban. Estos cambios abruptos confunden los ciclos biológicos de muchas especies, incluyendo a los flamencos.
La Reserva de Ría Lagartos está en una posición geográfica vulnerable a los patrones de circulación atmosférica. Los vientos alisios, las masas de aire polar modificadas, conocidas como nortes, y las corrientes convectivas, son fenómenos comunes en esta zona, afectando directamente las condiciones meteorológicas locales.
En la región se distinguen dos estaciones de lluvia claramente definidas. La primera, de junio a noviembre, representa el 70 por ciento de la precipitación anual. La segunda ocurre en los meses de sequía, de diciembre a mayo, concentrando el 30 por ciento restante. Los nortes se presentan principalmente de septiembre a abril, alterando los niveles de humedad y temperatura.
En cuanto al clima, Ría Lagartos presenta dos tipos diferenciados que influyen directamente en el comportamiento del flamenco. El primero, identificado como BSo(h’)w(x’)iw, se localiza en la zona de Río Lagartos y corresponde al más seco de los áridos. Aquí, la evaporación supera la precipitación, y aunque hay lluvias todo el año, son poco frecuentes pero intensas.

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El segundo clima, Ax’(wo) iw, se registra en la región de El Cuyo. Se trata del más seco de los cálidos húmedos, caracterizado por lluvias distribuidas a lo largo del año. Es un clima de transición, con influencia tanto de las precipitaciones de verano como de invierno, y temperaturas medias anuales superiores a los 22 grados.
Ambos tipos de clima están marcados por una baja oscilación térmica anual, lo que generalmente permite cierta estabilidad para la anidación. Sin embargo, los cambios actuales, con precipitaciones irregulares, temperaturas fuera de los rangos esperados y alteraciones del ciclo de lluvias, están rompiendo este equilibrio.
La influencia de la canícula, un fenómeno que causa disminución temporal de las lluvias a mediados del verano, también contribuye a dificultar el desarrollo de los nidos, al secar prematuramente las zonas de humedales donde se asientan las colonias de flamencos.
Ante este panorama, la conservación del flamenco rosa demanda una acción coordinada entre autoridades, científicos y comunidades locales. Es necesario establecer políticas que regulen el turismo en zonas de anidación, y estrategias para mitigar los efectos del cambio climático a nivel regional.