
En pleno corazón del Centro Histórico de Campeche, sobre la calle 10, se levanta una de las estructuras más singulares del perfil colonial de la ciudad: el extemplo de San José, una construcción que combina el legado religioso jesuita con una función marítima inesperada: un faro.
Orígenes jesuitas y arquitectura singular
Antes de 1716, el sitio era ocupado por una ermita dedicada a San José, patrono del gremio de calafates y carpinteros de la villa. Ese mismo año, los jesuitas establecieron en Campeche un colegio, y con ello transformaron la antigua ermita en un templo de mayores dimensiones, con un diseño arquitectónico propio de su orden: una sola nave en forma de cruz latina, bóveda de aristas decorada con azulejos blancos y azules, y una portada dividida en tres cuerpos.

La obra quedó inconclusa tras la expulsión de los jesuitas en 1767, y no fue sino hasta principios del siglo XIX que el templo fue finalmente terminado.
¿Por qué tiene un faro?
La torre poniente del extemplo alberga un faro instalado en 1865, cuando el edificio dejó de usarse exclusivamente para fines religiosos. Su ubicación estratégica, cercana al litoral, permitió que se adaptara como guía marítima para embarcaciones que llegaban al puerto de Campeche. Esta transformación lo convirtió en uno de los pocos templos coloniales en México que funcionan también como faro, un símbolo de la dualidad entre lo espiritual y lo práctico.

Usos posteriores y función actual
El templo fue utilizado para culto religioso hasta 1914. Posteriormente, sirvió como bodega del Banco Rural, y más adelante fue entregado al Instituto Campechano, que lo destinó a fines educativos y culturales.
Hoy en día, el extemplo de San José funciona como galería y espacio cultural, donde se realizan exposiciones, conferencias y actividades académicas. En el convento anexo se ubica el Museo de Campeche, que complementa la oferta cultural del recinto.

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Este edificio no solo representa una joya arquitectónica del periodo colonial, sino también una muestra de cómo los espacios pueden evolucionar con el tiempo, adaptándose a las necesidades de la comunidad sin perder su esencia histórica.