Los últimos días han sido de mucha actividad para personal de la Zona Federal Marítimo Terrestre (Zofemat) al encontrarse con infinidad de cacharros en diferentes colonias de la ciudad, como el caso de Tierra y Libertad y Bivalbo, donde no solamente levantaron ramas de árboles, sino que tuvieron que llevarse toneladas de desperdicios, en su mayoría residuos de electrodomésticos y línea blanca que –según algunos vecinos– son llevadas al sitio a bordo de camionetas durante la madrugada, convirtiendo las calles en tiraderos clandestinos.
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La existencia de basureros clandestinos en zonas de playa representa un delito ambiental grave que afecta los ecosistemas costeros, la salud humana y el turismo. Justamente, la disposición de residuos en la Zona Federal Marítimo Terrestre es competencia de autoridades federales, estatales y municipales; en el caso de la Isla, es la representación de Zofemat la que se encarga de constantes limpias.
A decir de la vecina Guadalupe Solís Santisbón, lo solitario de algunas calles en Tierra y Libertad genera que la orilla de la playa se convierta en el lugar favorito de “gente cochina”. Señaló que muchos de los desechos son llevados por personas que recogen aparatos descompuestos en triciclos, aunque también cree que algunas camionetas llegan de madrugada para deshacerse de sus desperdicios.
Indicó que el personal de Zofemat recogió palmas de coco y un sinfín de desechos, entre ellos restos de refrigeradores, lavadoras, colchones, mesas y sillas de plástico, que contaminan y generan un problema para los habitantes del sector.
La vecina recordó que no es la primera vez que piden auxilio a Zofemat para retirar los desechos; en esta ocasión, el personal trabajó más de un día para acopiar, limpiar y llevarse toneladas de basura.
Solís Santisbón consideró justo que se intensifique la vigilancia de la Policía Municipal en la zona para captar en flagrancia a quienes han hecho costumbre crear un basurero clandestino en la playa de Tierra y Libertad.
Por último, advirtió que los residuos contaminan el suelo y el mar, amenazan la vida acuática, especialmente en el área de anidación de tortugas, y se convierten en focos de infección y fuentes de enfermedades por la proliferación del mosco transmisor del vector.