La avenida Isla de Tris, a la altura de la calle Cristóbal Colón en la colonia Francisco I. Madero, se llenó este jueves de silencio, oraciones y suspiros contenidos. Justo en el lugar donde hace un año el pequeño Dago Ángel Elías Solís perdió la vida al ser aplastado por un portón de acero de grandes dimensiones, sus padres, familiares y amigos se reunieron para celebrar su cabo de año, honrando su memoria y pidiendo justicia.
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El sitio fue cuidadosamente decorado con globos blancos, sillas para los asistentes, una fotografía enmarcada del menor y una cruz metálica con su nombre, que simboliza no solo el lugar de su último aliento, sino también la huella imborrable que dejó en quienes lo amaron.
Entre rezos, abrazos y miradas al cielo, sus seres queridos compartieron palabras de cariño, anécdotas y promesas de no olvidar jamás su sonrisa.
“Dago era un niño alegre, lleno de vida… lo que nos arrebataron fue un pedacito de nuestro corazón”, expresó su madre con voz entrecortada.
La familia señaló que existe una persona vinculada a proceso por esta irreparable pérdida. Aunque el dolor sigue vivo, confían plenamente en que abogados y autoridades actuarán con precisión y justicia, para así cerrar un ciclo y deslindar responsabilidades.
El encuentro no solo fue una ceremonia religiosa, sino también un acto de resistencia contra el olvido. Entre veladoras encendidas y el murmullo del viento, la imagen de Dago pareció estar presente, acompañando a todos desde algún lugar donde —como creen sus padres— ya no existe el dolor, solo la paz.