
Tras meses de tensiones, Estados Unidos y la Unión Europea (UE) alcanzaron este lunes un acuerdo comercial que, si bien pone fin a una escalada arancelaria, favorece ampliamente a Washington, según voces críticas en Europa.
El presidente estadounidense, Donald Trump, calificó el pacto como el “mayor de todos los acuerdos”, mientras que la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, lo defendió como “el mejor acuerdo posible” dadas las circunstancias.
El trato, alcanzado en Escocia tras negociaciones bilaterales, establece un arancel fijo del 15 por ciento sobre la mayoría de las exportaciones de la UE a Estados Unidos.
A cambio, Europa se compromete a comprar energía estadounidense por 750 mil millones de dólares e invertir 600 mil millones adicionales en territorio norteamericano. También se facilitarán nuevos acuerdos armamentísticos.

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Reacciones divididas en Europa
Aunque el canciller alemán Friedrich Merz valoró la unidad europea durante las negociaciones, reconoció que el pacto está lejos de ser ideal.
Subrayó la necesidad de fortalecer relaciones comerciales “estables y previsibles” con Estados Unidos, aunque lamentó que no se hayan facilitado más los accesos mutuos al mercado.
La Federación de la Industria Alemana (BDI) criticó el acuerdo por considerarlo desequilibrado e insuficiente, y advirtió que el arancel del 15 por ciento podría afectar gravemente las cadenas de suministro e inversiones.
La industria automotriz alemana, por su parte, reconoció como positivo que se haya evitado una nueva escalada, pero alertó que las nuevas tarifas costarán miles de millones al sector.
Críticas desde el Parlamento Europeo
Desde Bruselas, líderes políticos europeos también expresaron su descontento. El socialdemócrata Bernd Lange denunció la “desproporción” del acuerdo, al señalar que la UE reducirá a cero sus aranceles a productos estadounidenses, mientras que el 15 por ciento impuesto por Estados Unidos cuadruplica el promedio anterior.
El eurodiputado verde Michael Bloss criticó duramente el compromiso energético, al considerarlo una “bofetada” para las metas climáticas europeas. Desde la izquierda, Martin Schirdewan calificó el pacto como una “capitulación” que pone en riesgo miles de empleos en la UE.
Un pacto que marca una pausa, pero no el fin de las tensiones
Aunque el acuerdo evita una nueva espiral de confrontación comercial, su impacto a mediano y largo plazo genera gran escepticismo en Europa.
Si bien Trump celebra una victoria política, muchos sectores ven el trato como un sacrificio económico europeo ante una administración estadounidense cada vez más proteccionista.
Las próximas semanas serán clave para definir los términos específicos del acuerdo y evaluar su implementación, mientras aumenta la presión sobre la Comisión Europea para defender los intereses del bloque sin ceder más terreno estratégico.
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