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Quintana Roo / Cancún

Con bastón y sin vista en un ojo: Así es como Plutarco, un abuelito chiapaneco sobrevive en las calles de Cancún

Junto con un joven que lava parabrisas, pagan la renta de un cuarto, el cual es su único hogar.
Pese al dolor y los rayos del sol, el hombre no se rinde para obtener algunas monedas
Pese al dolor y los rayos del sol, el hombre no se rinde para obtener algunas monedas / Christopher Delgado

Plutarco, un hombre de la tercera edad originario de Chiapas, busca ganarse la vida en las calles de Cancún a pesar de sus limitaciones físicas. Todos los domingos se ubica en la avenida 135 con Las Torres para solicitar apoyo económico, aún con las dificultades que le provoca una pierna en mal estado y la necesidad de apoyarse en un bastón. Permanece bajo el sol gran parte del día, sin importar el calor, mientras que el resto de la semana suele colocarse en El Crucero, cerca de su domicilio.

Lleva cerca de tres años viviendo en Cancún, tras dejar su tierra natal en busca de mejores oportunidades. Sin embargo, su día a día no ha sido fácil. Apenas puede comunicarse en español, ya que domina más su lengua materna, y ha perdido la visión del ojo izquierdo, por lo que depende exclusivamente del derecho para moverse. Aun así, cada jornada se coloca en la vía pública para pedir ayuda y tratar de subsistir.

A pesar de años de oscuridad y pensamientos negativos, logró reconstruirse emocionalmente

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De lunes a sábado se ubica en El Crucero, donde pasa horas bajo el sol, caminando con dificultad, apoyado en su bastón, y golpeando suavemente las ventanas de los vehículos para llamar la atención de los conductores. Los domingos cambia de lugar y se instala en la avenida 135 con Las Torres, permaneciendo ahí hasta la tarde, sin importar el dolor o el cansancio que arrastra.

Desconoce el padecimiento que afecta su pierna, lo que le impide caminar con normalidad. Nunca ha sido atendido por un médico y sólo sospecha que se trata de alguna enfermedad, aunque no puede determinar cuál. El dolor es evidente al desplazarse, pero insiste en continuar su rutina, pues de lo contrario no lograría reunir lo necesario para pagar renta ni comer.

De lunes a sábado se encuentra en El Crucero, mientras que los domingos en la avenida 135 con Las Torres
De lunes a sábado se encuentra en El Crucero, mientras que los domingos en la avenida 135 con Las Torres / Christopher Delgado

Comparte vivienda con un joven que se dedica a limpiar parabrisas en los cruceros de Cancún. Ambos cubren un cuarto pequeño con lo poco que logran reunir durante la semana, ajustándose apenas para lo indispensable. Su principal preocupación es pagar la renta; si sobra algo, compran comida.

En los semáforos, su paso lento y la dificultad para comunicarse hacen que muchos automovilistas no comprendan lo que solicita, pero no se rinde. Avanza de carro en carro con paciencia, intentando hacerse entender, aunque sus palabras sean pocas y difíciles de articular. Su mirada cansada y la pierna que apenas le responde son su carta de presentación ante quienes deciden ayudarle.

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